CRÓNICA

Dream Theater, colosos del prog-metal en el Sant Jordi Club

La banda de Boston sació a sus fans con un generoso concierto en el que rindió honores al clásico álbum 'Scenes from a memory' en su 20º aniversario

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Jordi Bianciotto

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Dream Theater sabe que lo suyo no apunta a un público pasavolante, sino a seguidores muy motivados que además de responder ante sus sucesivos lanzamientos rinden culto a episodios históricos de su discografía como ‘Metropolis pt 2.: Scenes from a memory’ (1999), el álbum de intrincada peripecia narrativa que el quinteto recuperó este miércoles en el Sant Jordi Club. Sesión ‘hardcore’ en torno a un clásico álbum conceptual del metal progresivo.

Antes, Dream Theater, gente generosa con sus seguidores, tuvo a bien ofrecer un primer ‘set’ de una hora apuntalado en su último disco, ‘‘Distance over time’, lanzado el año pasado. Material para enseñar las cartas: el fino y abrumador estilismo de John Petrucci a la guitarra en diálogo con un Jordan Rudess que se colgó el ‘keytar’ en ‘Paralyzed’ para deleitarse con las expresiones emocionadas los fans. Al frente, James LaBrie, entrando en calor con su registro sentido, pero no sobreactuado, poniéndose lírico entre los recovecos de la repescada ‘A nightmare to remember’, y tirando de la brocha gorda al dirigirse al público: “Barcelona, nos encanta vuestra comida, vuestro vino y vuestras mujeres”.

En una vida anterior

Tras una pausa de 15 minutos amenizada con música de orquesta de baile de los años 20 (‘Everything is hotsy totsy now’), la pantalla de video nos anunció el peliculón de ‘Scenes from a memory’ a partir de la figura de Victoria Page, la desdichada muchacha asesinada por el futuro hipnotizador del tal Nicholas en medio de un triángulo amoroso. Historia trepidante, sin duda, aunque de difícil seguimiento si no se tienen delante los textos y no se domina el inglés.

Pero el relato fue solo el colchón a partir del cual Dream Theater mostró sus poderes como coloso instrumental. No tanto a través de solos puros y duros sino de las vertiginosas dinámicas de grupo, con armonías y giros sofisticados, y de los contrastes entre la épica y el recogimiento. Su música apunta a la sacudida del oyente a través de un efectismo ultratécnico y de una rebuscada emotividad. Ahí, un momento estelar llegó con ‘Through her eyes’ y las imágenes de las lápidas con los nombres de iconos difuntos como Neil Peart (Rush), Chris Squire (Yes) o Cliff Burton (Metallica). De ahí, al asalto a las últimas cumbres del álbum, estiradas en el bis con ‘At wit’s end’, punto de anclaje en el presente. En la cuarta pared, un público que se mantuvo durante cerca de tres horas en atento silencio, haciendo notar una conexión con Dream Theater poco menos que espiritual, adecuada a un grupo percibido como distinto.