ENTREVISTA

Álvaro Urquijo (Los Secretos): "Vivimos en un clima que nunca pensé que volvería a vivir"

El grupo madrileño debuta en el Liceu para presentar su interiorista nuevo disco, 'Mi paraíso', el primero con canciones nuevas en ocho años

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Jordi Bianciotto

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El pasado 17 de noviembre se cumplieron 20 años de la muerte de Enrique Urquijo y Los Secretos conmemoraron la dolorosa efeméride con un concierto de homenaje en Madrid. Pero el grupo mira hacia adelante: nuevo disco, ‘Mi paraíso’, y una gira que recala este sábado en el Liceu y que le llevará en verano al Festival de la Porta Ferrada (7 de agosto, doble cartel con Coque Malla). Hablamos con el hermano pequeño de Enrique, Álvaro Urquijo, cantante y guitarrista de la banda madrileña.

Hace unos años atravesó una crisis de composición, y por eso ‘Algo prestado’ (2015) terminó siendo un disco de versiones. ¿Vienen de aquella época complicada algunas de las canciones de ‘Mi paraíso’?

No, mi parte autoral en este disco, siete canciones, es bastante reciente. Es verdad que en aquella época a lo mejor yo estaba enfadado con el mundo: me parecía una injusticia que en pocos años hubiésemos pasado de vender 40.000 discos a solo 7.000, y que la ‘rueda’ de la SGAE causara que yo ganara menos dinero por derechos de autor. Con tantos kilómetros a mis espaldas, veía que todo costaba, que nos habían llenado de piedras la mochila. Me vi haciendo canciones un poco ‘protestillas’, como de alguien enfadado que está pegando tiros a diestro y siniestro. Hasta que acepté que las cosas estaban cambiando y que teníamos suerte de poder tocar. Los motivos de mi enfado no se han solucionado: no hay justicia digital en internet, y tener un montón de ‘followers’ es más importante que tener buenas canciones. Pero ya no estoy enfadado con el mundo. Estoy feliz.

¿Cómo se rearmó para volver a hacer canciones?

Mi rabieta derivó hacia una reflexión. Me pregunté: “¿qué llevas haciendo toda la vida?”. Al fin y al cabo, toda mi vida me he ido adaptando a la tecnología.  Y lo que hice fue desenfadarme, porque no tenía razón.

En las nuevas composiciones habla mucho en segunda persona.

Yo echo muchísimo de menos a mi hermano. Él hacía las letras y yo las cantaba feliz, y ahora me cuestiono muchísimo cada palabra que escribo y pienso siempre que podría hacerlo mejor.

En ‘Si pudiera parar el tiempo’ se dirige no solo a su hermano Enrique sino también a otros artistas desaparecidos: Tom Petty, Glenn Frey (Eagles), Antonio Vega, John Lennon y David Bowie.

La escribí el día que murió Tom Petty, y motivado también por el vacío emocional que me dejó la muerte de Glenn Frey, un cantante cuya tesitura de voz se parecía a la mía. Cuando era jovencito yo le imitaba y me era muy cómodo cantar sus canciones con los Eagles. Esta pieza habla de quién va a ocupar esos lugares en las nuevas generaciones de músicos. Desde hace unos años, hay tantos que se han ido: también Lou Reed, Manolo Tena... Ha sido como si se estuviesen llevando a mis ídolos y a la gente que me hacía sentir parte de algo.

La ausencia de Enrique en Los Secretos ha sido en primer término emocional, pero, ¿también artística, ejecutiva, difícil de salvar en el plano musical?

Sí a todo, claro, porque, Dios mío, ¿cómo va a ser de otra manera? Él te hacía todo el trabajo: te cantaba, te componía y encima cogía las ideas y las melodías que tú tenías y las convertía en canción. Ese peso de liderazgo que tenía, y su capacidad de hacer canciones universales y eternas, si te lo quitan, ¿no lo vas a echar de menos? Pues claro, y a día de hoy todavía es así. Si en el 2011 yo no fui capaz de hacer un disco fue porque no tenía a mi hermano. ¡Con él, hubiéramos hecho dos! Cuando volvimos en el 2000 fue con muchísima humildad y con la cabeza gacha, como diciéndole al público: “aquí estamos, pero si no nos queréis, podéis marchar...” Hicimos un montón de conciertos, a precios populares, para ver cómo funcionábamos. Muy pendientes de todo. Yo aprendí a aguantar un ‘show’ entero. En estos 20 años nos hemos tenido que reinventar, y la gente nos ha aceptado. Lo que nos respalda es llenar los sitios.

El pasado noviembre tomaron parte en un concierto de homenaje a Enrique Urquijo en el madrileño Wizink Center, junto a artistas como Miguel Ríos, Manolo García o Coque Malla. ¿Irrepetible?

En principio no es repetible. Cada año ha habido los homenajes en la sala Galileo Galilei, en los que no participamos porque pensamos que, tocando normalmente sus canciones por toda España, generando derechos de autor, ya ayudamos a mi sobrina y a la memoria de mi hermano. Pero con el 20º aniversario decidimos juntar fuerzas y nos lo curramos todos para hacerlo bien. Los invitados lo hicieron estupendamente y me emocioné. Si todo va bien, podremos hacer un DVD con el concierto.

Los Secretos viven en lugar musicalmente estable, con un concepto y un sonido muy identificables.

Sí, y nos sentimos muy orgullosos de eso. Otros lo verían criticable: “vuestros discos suenan mucho a Los Secretos”. Pues sí, qué casualidad... Me parece perfecto que un artista haga de repente un disco influido por el folk con raíces, o con electrónica, pero también se tiene que poder permitir que un grupo que ya ha oído mucha música saque su propio estilo y establezca una marca, y no una personalidad cambiante. Tiene que haber lugar para las dos cosas. Lo nuestro va de la ranchera al sueño americano y la música fronteriza; el country-rock de The Byrds y las letras de Dylan. Todo eso nos ha colocado en una isla que ya en su día nos alejó de las listas de éxitos. No lo hemos petado nunca, pero hemos tenido nuestro público, que nos expresa un cariño maravilloso y nos ha permitido seguir haciendo discos.  ¿Por qué habría que romper esa joya? Además, es que yo no sabría. Aprendí a ser músico por intuición y de manera autodidacta, apreciando a grupos antiguos, porque en 1977 los Beatles ya no estaban juntos. Aquella experiencia de novato y de colono nos formó de una manera, y ahora al mencionar a Los Secretos te viene a la mente un sonido y un tipo de letras.

La canción que da título al nuevo disco, ‘Mi paraíso’, transmite una sensación de querer bajarse del mundo. ¿Le aturde la vida moderna?

Vivimos en un clima que nunca pensé que volvería a vivir. Yo a lo mejor crecí en una burbuja de la música que me dejaba un poco ajeno a la realidad, en una clase media muy normalita, aunque sin faltarme de nada. Pero si en 1979 o en 1980 hubiera entrado en coma y me despierto de repente hace unos meses, habría pensado que no había pasado el tiempo, con banderas en todos los lados. Y tanto de unos como de otros. Yo no diferencio. Soy de una generación que ha visto caer muros, terminarse la guerra fría, derribarse los bloques... No entiendo cómo ahora se quieren levantar de nuevo. Trump por un lado, el Brexit por otro, y luego el mundo del independentismo catalán, que tendrá sus razones: yo tengo muy buenos amigos que me lo explican, y lo entiendo, no es que no sienta empatía. Pero yo creía que el planeta debía estar sin fronteras, ni banderas, ni aduanas, tratando de solucionar los problemas de la humanidad, que no los problemas de los políticos. En los 80, yo pensaba que el mundo en 20, 30 o 40 años iba a ser más alucinante, y no es así. Entonces, esta canción habla de alguien que cree estar soñando y que piensa, “bueno, si no es un sueño, me voy a quedar durmiendo un rato más”.

¿Tiende a desconectar de la actualidad política?

Estoy muy decepcionado con toda la clase política: creo que miran más a su ombligo, a su culo, su ego, su dinerito y su puesto. Y hablo de todos, ¡ninguno se salva! De un color político y de otro, siempre está el interés económico de fondo. No me importa quién gobierne, solo quiero que traten bien a las partes que menos se ven: la cultura, la ciencia, la educación, el medio ambiente... Ojalá tuviéramos la costumbre de imitar las cosas que funcionan bien en otros países: ser un poco franceses en política cultural, o finlandeses en la educación, o suecos en la ocupación de nuestros jóvenes.

Los Secretos actúan por primera vez en el Liceu.

Un elemento positivo añadido al hecho de tocar en Barcelona. Por suerte, nuestro repertorio es amplio y tocaremos cerca de 30 canciones. Con un barrido por nuestros clásicos, algunas canciones menos oídas y seis o siete del nuevo disco. Queremos demostrar que, a nuestra edad, yo tengo 57 años, estamos en plena forma y que nos lo curramos, porque la música es lo que nos apasiona.