CRÓNICA

Keane, después de la pesadilla en Razzmatazz

El grupo británico se mostró en buena forma con su pop emotivo de línea clara, superadas las adicciones de su cantante, Tom Chaplin, en la presentación de su quinto álbum, 'Cause and effect'

Tom Chaplin, en el concierto de Keane en Razzmatazz

Tom Chaplin, en el concierto de Keane en Razzmatazz / periodico

Jordi Bianciotto

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Desaparecer del radar durante siete años puede pagarse caro, pero Keane se ha encontrado con que su gente seguía ahí después de un período de desconcierto, en el que su cantante, Tom Chaplin, se dedicó a depurar adicciones peligrosas y a contarlo en un disco en solitario de entretiempo. Ahora sabemos que detrás de las bonitas canciones pop de Keane hay un fondo más turbio de lo previsible, y la fragilidad emocional envuelve el nuevo disco, ‘Cause and effect’, que el grupo presentó este jueves en un Razzmatazz con las entradas agotadas.

Es su sala fetiche, que visitó ya en sus primeros tiempos (la segunda, en el 2005, con Rufus Wainwright como telonero en su debut en la ciudad), y se palpaba la familiaridad desde la apertura con ‘Disconnected’. Todo estaba en el mismo sitio: las dinámicas melódicas esbeltas, el sonido pop de línea clara y con herencia de los 80, sin guitarras y asentado en los teclados manejados por Tim Rice-Oxley, y la inclinación por el estribillo melodramático. Una diferencia: Chaplin parecía otro, adelgazado y sin melena, si bien con su voz cristalina en estado de revista.

Concierto generoso, 25 canciones en dos horas, en que el primer álbum representó su cofre del tesoro con hitos como ‘Everybody’s changing’, ‘Bend and break’ y ‘Somewhere only we know’. Piezas que convivieron sin apuros con novedades como la recogida ‘Strange room’, favorita de Chaplin, y las eficientes ‘Love too much’ y ‘The way I feel’, así como el guiño para fans de ‘My shadow’, del epé ‘Night train’ (2010), que se coló en el bis. Keane, luciendo sano y salvo después de los años del desvarío.