ENTREVISTA

Ricardo Menéndez Salmón: "La literatura que se precia de serlo no hace rehenes"

El autor asturiano publica 'No entres dócilmente en esa noche quieta', una memoria sobre su padre, enfermo crónico,

El escritor Ricardo Ménendez Salmón, en Barcelona, la pasada semana.

El escritor Ricardo Ménendez Salmón, en Barcelona, la pasada semana. / periodico

Elena Hevia

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Un microrrelato entresacado de un libro de Simon Leys noqueó profundamente al escritor Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971). A saber: "Han Gan era un pintor del siglo VIII que retrató a un caballo de los establos imperiales. Al día siguiente descubrieron que el caballo cojeaba. Fueron a la pintura y vieron que Han Gan se había olvidado de pintar uno de los cascos…". Esa capacidad de transformar la realidad a partir de la ficción es la que guía su último libro, una memoria alrededor de su padre, que fue un enfermo crónico desde que en plena juventud tuvo un ataque al corazón. Sobrevivió 33 años a ese momento pero su enfermedad marcó a toda la familia. Lo cuenta en ‘No entres dócilmente en esa noche quieta’ (Seix Barral), un verso robado a Dylan Thomas, su poderosa aportación a la cada vez más candente novela de duelo.

La enfermedad de su padre le ha acompañado durante décadas.

Sí, yo tenía 11 años cuando ocurrió y transformó nuestra vida familiar. Su enfermedad nos robó la alegría y el júbilo, a él el primero, pero a mí como hijo, también. Nunca tuve un padre joven, jamás lo vi así porque la enfermedad hizo de él alguien débil. En el libro he intentado racionalizar una peripecia personal muy ligada a cosas desagradables.

No todas fueron así.

Es verdad, y lo digo de corazón, no intento embellecerlo. La enfermedad de mi padre también me regaló ciertas enseñanzas, como la importancia de la bondad de las personas y la entrega incondicional.

Asegura que ese dolor de su infancia le convirtió en escritor.

Desde luego me hizo el tipo de escritor que soy. Si mi padre hubiera enfermado cuando la biología lo prescribe quizá habría seguido igualmente esta vocación, pero habría sido un escritor distinto. Mis temas, mi percepción, mis convicciones más profundas han estado marcado por ese hecho.

¿Le convirtió en un escritor grave, por decirlo de alguna manera?

Es un buen adjetivo para definir mi literatura. Son textos que orbitan en torno a temas que exigen esa gravedad.

Asegura que jamás ha sido tan impúdico como en esta confesión.

Tuve bastantes prevenciones porque mi padre ya no está pero mi madre todavía vive. Pero hice un pacto conmigo mismo en el que me prometí que no caería en ningún intento de ser un impostor. Tenía que llevar mis confesiones hasta el final. Ha sido un proceso difícil pero también muy satisfactorio, como un exorcismo. También hay algo de dignificación del propio proceso de escritura que para mí significa la libertad del conocimiento.

¿No teme a la lectura de su madre, o en el futuro, las de sus hijos?

Quizá la pueda herir pero en el libro he intentado no juzgar a nadie. De todas formas, estoy convencido de que la literatura, la que se precia de serlo, no hace rehenes. Si has decidido dar el paso de enfrentarte a un libro de esta magnitud tienes que atenerte a las consecuencias que pueda traer.

"Este libro me ha enseñado que mi padre fue un hombre con las mismas limitaciones y virtudes que yo"

El libro capta bien ese sentimiento universal de reconocimiento en uno mismo de las cosas que cuando éramos jóvenes odiábamos en nuestros padres.

Cuando escribía pensé mucho en 'Anatomía de un instante', la novela de Cercas, que aparentemente no tiene nada que ver con lo que hablamos. Me gustó cómo cierra el libro salvando la figura de su padre como un hombre que había vivido una época muy oscura de España y cómo él, hijo de una época mucho más abierta, le juzgó desde una ética arrogante. En fin, a mí este libro me ha enseñado que mi padre fue un hombre con las mismas limitaciones y virtudes que yo pueda tener. Empecé a pensar en ello cuando fui padre a mi vez.

"En una familia donde la enfermedad copaba tanto espacio, yo he sido hipocondriaco por educación"

Se diría que utiliza un método en las antípodas del de Knausgard. Lejos de obsesionarse por el detalle, le interesa más la reflexión general.

No quería ponerme un espejo en el que mirarme, no quería ser exhaustivo  Pero lo cierto es que esta indagación sobre mi padre ha acabado siendo sobre mí mismo. Yo he sido un hipocondriaco por educación, en una familia donde la enfermedad copaba tanto espacio que acabó por devorarlo todo. La enfermedad de mi padre me colonizó. Tuve que cargar con un peso tremendo, sin escapatoria. Soy hijo único, en un núcleo familiar tan pequeño que me lo tuve que tragar yo solo y solo también tuve que reconstruir esa angustia.  

La muerte de un padre o una madre también supone el paso del testigo de la mortalidad. ¿Lo cree así?

Es verdad. Cuando tus padres viven tienes una relación un poco mágica con la muerte. Pero cuando estos desaparecen te das cuenta de que por una cuestión de sensatez biológica el próximo vas a ser tú. Tus padres son una especie de pararrayos que te permite convivir con la idea de la muerte. De todas formas, en  mí eso siempre estuvo pervertido porque tuve tres décadas para prepararme. El fin de mi padre era una expectativa permanente.

Descubrió el poema 'No entres dócilmente… ' viendo 'Interestelar', la película de Christopher Nolan.

Me impresionó mucho esta película, que en principio es de ciencia ficción, aunque yo creo que algo más. Por ejemplo habla de en qué consiste ser padre y el amor y en el paso del tiempo. La vi cuando mi padre estaba en las últimas. Conocía bien la narrativa de Thomas pero sus poemas no tanto y éste me deslumbró. Es un poema de rebeldía ante la muerte que te da fuerza. Se acepta ese imponderable pero a la vez te enfrentas a él, aunque sea en un canto. Es un verso tan hermoso que para qué inventar otro título.

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