ENTRE LA FICCIÓN Y LA REALIDAD

Un Bultó lleva a la novela la historia de su familia en la guerra civil

Rafael Tarradas, nieto del fundador de Bultaco, primo de Sete Gibernau y sobrino del aventurero Álvaro Bultó, debuta como escritor con 'El heredero'

Rafael Tarradas Bultó, en la masía familiar de Sant Antonio, en Cunit.

Rafael Tarradas Bultó, en la masía familiar de Sant Antonio, en Cunit. / periodico

Anna Abella

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Dice Rafael Tarradas Bultó (Barcelona, 1977) que no le molesta que le pregunten por su famosa y numerosa familia –“estoy orgulloso de ella, somos una piña”-, aunque sabe que “eso desvía la atención del libro”. Libro –‘El  heredero’-, su primera novela, que hace meses colgó en Amazon sin encomendarse a ninguna editorial antes de recibir la llamada de la editora de Espasa Rosa Pérez para publicarla. Historia que surge precisamente de la que vivió el clan familiar durante la guerra civil y está ambientada en parte en la Masía San Antonio, en el Baix Penedés (Tarragona), entre cuyas paredes, plagadas de recuerdos, muebles, retratos y fotos que parecen hablar de un pasado en el que ya eran miembros destacados de la burguesía catalana, el autor acoge por un día a la prensa.

Primo del expiloto Sete Gibernau, en un aparte Tarradas recuerda con cariño a su tío más aventurero, Álvaro Bultó, fallecido en el 2013 a los 51 años practicando paracaidismo extremo. “Álvaro tenía mil novias y todas hablaban bien del él”, sonríe el nieto de Paco Bultó, el fundador de las marcas de motos Montesa y Bultaco, cuya herencia pervive en la masía, rodeada de circuitos donde aprenden aspirantes a piloto en colonias infantiles. No trata de ello la novela, que tras unos inicios en 1909 se centra en la guerra civil; tampoco de otro episodio trágico sobre el que no se muerde la lengua: la muerte, en 1977, de su tío abuelo, el rico empresario José María Bultó Marqués, al estallar la bomba que el grupo terrorista Exèrcit Popular Català [Epoca] le adosó al pecho. “Yo nací ese año. Fue algo horroroso, tremendo. Pero más lo es que quien entró en su casa, le puso la bomba y lo mató, Carles Sastre, un exconvicto que también mató a los Viola [el exalcalde de Barcelona y su mujer], hoy se pasea de la mano del ‘president’ de la Generalitat y por el Parlament y oyes que es la ‘gran reserva del independentismo’”, lamenta Tarradas sobre el actual líder del sindicato independentista catalán Intersindical CSC y exmiembro de Terra Lliure que se benefició de la amnistía de 1977, aunque luego fue condenado y cumplió 11 años de cárcel.

El espía y la monja de clausura

Tarradas usó para la novela los relatos que sus abuelos le contaron sobre la guerra y, aunque calcula que el libro tiene un 20% de verdad y un 80% de ficción y ha cambiado algunos nombres, detalla en ella muchos paralelismos con las familias Bultó Marqués y Sagnier reales: “la huida de la Masía San Antonio al estallar la guerra”, por temor a ser asesinados por milicias anarquistas que iban en busca de religiosos, ricos y falangistas; cómo “las mujeres de la familia ocultaron sus joyas bajo su ropa”; o cómo uno de los hermanos, que se haría espía de los nacionales, “no subió al avión que desde el Prat los llevaría a San Remo porque quería buscar a una hermana monja de clausura”. También de cómo a la abuela Sagnier, que "era muy amable y educada pero también muy altiva y esnob", la alertó el panadero de que iban a por ellos y esta dijo a sus hijos “coged el rosario y el cepillo de dientes y vámonos”, o cómo el capellán de la masía se ocultó durante el conflicto en la cercana cueva del Avenc, por la que, enseña el autor, solo se podía entrar por un pequeño agujero en el techo.  

“Yo no tengo bando, no he vivido con Franco ni en guerra. Hubo muertos y fusilamientos en ambos bandos, en el libro hablan los personajes de cada bando. Cuando Franco entró en Barcelona muchos sintieron euforia, o alivio porque significaba el fin de la guerra, pero no olvidemos que otros estaban saliendo por la frontera hacia el exilio”, dice, recordando que sus abuelos maternos eran republicanos, aunque los paternos recuperaran sus propiedades tras la victoria nacional.

"La guerra es el fracaso del hombre. Nadie gana, todos pierden"

“La guerra lleva a la gente al límite y saca lo peor y lo mejor que uno lleva dentro. Es crueldad, es sangre, es horror. Se trata de quién puede mantener la humanidad cuando el mundo se vuelve loco. No entiendo que en las guerras el mundo se pare para destrozarlo todo. En la guerra nadie gana, todos pierden. Es el fracaso del hombre”, lamenta el autor, que lleva una agencia de comunicación y se prodiga en el grupo de las modelos Paula Echevarría y Eugenia Silva. 

“Hay que aprender de la historia y para eso hay que conocerla –opina sobre la memoria histórica-. Pero no podemos trasladar los problemas del 36 a la actualidad. La herida de la guerra civil tarda en cicatrizar y hay que solucionar cosas como los muertos en las cunetas pero también hay que mirar hacia adelante y no encallarse en el pasado”.