CRÓNICA DE MÚSICA

El hechizo de Philippe Jaroussky

El contratenor francés hace suyo en el Palau el repertorio liederístico

Philippe Jaroussky, en el Palau de la Música

Philippe Jaroussky, en el Palau de la Música / periodico

Pablo Meléndez-Haddad

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las inquietudes de cualquier artista son válidas cuando se hacen con convicción. Y que un contratenor cante ‘Lieder’ de Schubert concebidos para otras cuerdas, como en este caso, solo obedece al placer de descubrir nuevos repertorios y de probar la voz en diversos ámbitos expresivos. El que puede, puede, como le sucede a una estrella del disco como es el francés Philippe Jaroussky. Con gran inteligencia, el contratenor especializado en el Barroco –que también ha tocado ‘palos’ tan variados como canciones de Leonard Cohen, David Bowie o John Lennon, piezas de cabaret y de musicales– seleccionó con buen olfato una veintena de ‘Lieder’ schubertianos y vendió el programa a auditorios de ciudades en las que sabe que triunfa. De ahí nace este recital enmarcado en el ciclo ‘Grans Veus’ del Palau.

El experimento funcionó a tenor del resultado artístico de la velada, pero sobre todo por la calurosa acogida de un público incondicional al cual el cantante francés supo agradecer regalándole dos propinas al final del programa. Con la voz en plena forma y después de un comienzo un tanto frío, Jaroussky incluso lució un cierto ‘vibrato’ muy acorde con este repertorio, un detalle que le brinda más corporeidad a su timbre. Le faltó pulir algún sonido estridente en las subidas al agudo en partes que no le van del todo cómodas, pero ese detalle se olvidaba rápidamente ante su noble fraseo y su gran poder de comunicación. La monotonía de su color de voz la sabe matizar con una desenvuelta expresividad, casi teatral, y por lo mismo funcionaron mejor aquellas canciones con mayor carga teatral ante las más contemplativas. Sin embargo, lo que hizo con “Du bist die Ruh” y con “Litania auf das Fest aller Seelen” fue una auténtica maravilla, consiguiendo momentos de mágica belleza.

La segunda parte no comenzó tan feliz, con una “Sei mir Gegrüsst” cargada de ‘portamenti’ casi en cada frase. Le acompañó con mimo y sabiduría un concentrado Jérôme Ducros, quien además se lució en solitario en dos piezas para piano solo.