TEATRO DOCUMENTAL

'Celebraré mi muerte', juicio a la eutanasia en La Beckett

El doctor Marcos Hourmann recrea el caso real que le llevó ante los tribunales y deja que el público juzgue su acción de ayudar a morir a una paciente de 82 años

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Marta Cervera

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El debate sobre la eutanasia se reabre en la Beckett a partir de este miércoles con 'Celebraré mi muerte' una potente obra de teatro documental basada en un caso acontecido no hace tantos años. El doctor Marcos Hourmann fue llevado a juicio acusado de homicidio en el 2005 tras haber administrado una dosis letal de 50 miligramos de cloruro potásico en vena a una paciente de 82 años. La mujer llegó con terribles dolores y solo tenía unas pocas horas de vida según el pronóstico médico. Tanto ella como su hija le pidieron acabar de la forma más rápida con aquel calvario adelantando lo inevitable. El informe médico de lo ocurrido desembocó en un juicio por homicidio pese a que la familia nunca le denunció y siempre le apoyó. Al final, la fiscalía le propuso un acuerdo: declararse culpable y evitar la cárcel. Hourmann, que se arriesgaba a una condena de 10 años de prisión, pactó. Pero necesitaba explicar su historia. 

Ahora su caso llega a la Beckett en un montaje dirigido por Alberto San Juan donde el propio médico expone los hechos. Varias personas del público le acompañan en escena -se da la opción de estar allí cuando se compra la entrada- y emiten su veredicto. "No es una obra defensiva", explica Hourmann, que desde hace un año representa la obra cuando su trabajo se lo permite. El montaje está producida por el Teatro del Barrio de San Juan y Producciones del Barrio, empresa de Ramon Lara y Jordi Évole. Este último ya había dado a conocer su caso en el programa 'Salvados' dedicado a la eutanasia. "La obra como un documental pero con otro formato y en directo", opina Víctor Morilla responsable de la parte audiovisual. En una pantalla aparecen testimonios del caso que ayudan a poner el público en situación.

"Marcos no actúa, se comunica con el público", explica el director, para quien la obra sirve para "acercarse a la muerte de la manera menos dramática y oscura", con ganas de que cada cual salga del teatro sin miedo a plantearse con uno mismo y con la familia: cómo, dónde y rodeado de quién quisiera uno morir. 'Celebraré mi muerte' es todo menos una obra oscura, afirman. "La obra es un canto a la vida, a la libertad. Y es un debate sobre la hipocresía de la sociedad", afirma Hourmann, autor del libro 'Morir viviendo. Vivir muriendo'. El montaje le ha permitido descubrir "la herramienta social que es el teatro a la hora de hablar de tabúes y hacer reflexionar a la gente". En lo personal el proyecto le ha permitido "recuperar la ilusión de vivir tras el tsunami que nos arrasó en el 2005 cuando ayudé a morir a esa paciente".  

Herencia intangible

En el primer piso de La Beckett llega a partir del jueves 'Herència abandonada', una tragicomedia entorno a la muerte, tema vertebrador de la temporada de la sala de Poblenou. La herencia de un padre que a su muerte deja a una madre con alzhéimer a parte de los bienes materiales centra esta obra que Lara Díez Quintanilla escribió para Ramon Bonvehí y Francesca Vadell. Él encarna al abogado de la familia y ella a la única mujer en una familia de tres hermanos que decide cuestionar los roles familiares en un momento solo interesa solo un tipo de herencia pero evitan penetrar en algo más perturbador y profundo, la herencia intangible que ha marcado sus vidas: la educación recibida y los roles establecidos dentro de la familia. "Todos poseemos un gran legado. A veces puede dar alas para ir más allá. Pero en entornos represivos puede destrozar, atrapar y lastimar", afirma Díez que además de autora y directora es actriz y psicóloga.