CRÓNICA

Exitazo del Maratón Beethoven

Las 14 horas de música gratuita del genio de Bonn en el Auditori, acogidas con vítores por el público

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Pablo Meléndez-Haddad

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El Auditori ya lucía una cola considerable antes de la apertura de puertas. Familias con niños corriendo poco antes de las 10 de la mañana para coger un buen sitio demostraban que la convocatoria había calado entre los melómanos. Porque el Maratón Beethoven que dio comienzo al Festival con el cual el Auditori celebra al genio de Bonn en su 250° aniversario era gratuito y el aforo limitado. Fueron dos de las obras que componen el primigenio 'Op. 1' las que abrieron esta aplaudida sesión de 14 horas, dos de los ‘Tres tríos para piano, violín, y violonchelo’. El tercero llegaría un poco más tarde.

El telón lo levantó precisamente la pieza que encabeza el catálogo beethoveniano, el 'N° 1 en Mi bemol mayor' a cargo del Trío Ludwig integrado por Abel Tomàs, Arnau Tomàs y Hyo-Sun Lim, ofrecida con un estándar de calidad máximo, decorado por mínimas toses y vocalizaciones de bebés y por los aplausos entusiastas de un público que atendía con gran interés. Durante la velada hubo pocos ruidos molestos y no sonó ningún móvil, aspectos sorprendentes teniendo en cuenta la libertad de movimientos del público para entrar y salir de la sala cuando quisiera. Es que el extraordinario Trío Ludwig apabullaba con su magnetismo, imponiendo momentos mágicos,  manteniendo siempre la concentración y la magia también en el 'Op 1 N° 2, en Sol mayor', con todo el virtuosismo y el sentido del fraseo necesarios como para encandilar. Un nivelazo, la verdad.

Rozando el 'overbooking'

Con la sala cada vez más llena, y rozando a ratos el ‘overbooking’, el maratón continuó con sonatas para violín y piano a cargo de otros dos virtuosos, Vera y Claudio Martínez Mehner (incluyendo una impactante versión de la 'Op. 24, 'Primavera'),  para regresar a los tríos para piano, siempre con el Trío Ludwig e incluyendo esa vuelta de tuerca que representa el 'N° 3 del Op. 1, en Do menor', antes de la pausa para comer.

Más tarde se sucedieron sonatas para violonchelo y piano (Daniel Claret y Àlex Ramírez), otras para violín y piano (Miguel Colom y Víctor del Valle), más tríos para piano (por el Trío Arriaga), más sonatas para chelo (Arnau Tomàs y Kennedy Moretti), otras tantas sonatas para violín (con Josep Colomé y Enrique Bagaría, con la fundamental 'Kreutzer') para culminar, al filo de la medianoche, con más tríos para piano, entonces a cargo del Trío Fortuny.

El carácter festivo del maratón perdonaba cualquier licencia ajena a las reglas de un concierto convencional, cuya asistencia superó las 4.500 personas, nada mal para una sala de 500 plazas. De eso se trataba, y Ludwig Van habría estado feliz.