CRÓNICA DE MÚSICA

Brillante recuerdo de Joan Guinjoan

El Palau de la Música y el BCN 216 evocan al compositor catalán fallecido hace un año

Concierto del BCN 216 en el Petit Palau de recuerdo a Joan Guinjoan

Concierto del BCN 216 en el Petit Palau de recuerdo a Joan Guinjoan / periodico

Pablo Meléndez-Haddad

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Hace un año moría en Barcelona uno de los músicos más destacados del panorama catalán –y español–, Joan Guinjoan, maestro de maestros, experimentador incansable, autor de un amplio catálogo que abarca desde música para piano solo hasta ópera y abundante música de cámara y sinfónica. Su obra volvió a los atriles inaugurando el año en el ciclo Intèrprets Catalans del Palau de la Música Catalana, contando con el BCN 216 a cargo de su principal director invitado, Ernest Martínez Izquierdo, un nombre fundamental en la historia de esta agrupación que se centra en la interpretación de repertorio contemporáneo, principalmente de creadores locales. Guinjoan escribió más de una pieza para el conjunto, una de ellas programada en esta velada, la cual además contó con otros históricos del grupo, como David Albet en la traversa y el piccolo, y Jordi Masó al piano, a quienes se unieron algunos de los músicos que una semana antes recordaban en el Lliure a Carles Santos.

El programa que se propuso en el Petit Palau incluyó una muestra cronológica e instrumentalmente variada de la obra de Guinjoan, abarcando casi medio siglo de producción musical. La sesión se abrió con la sugerente ‘GIC 79’ (1979), de sabia combinación tímbrica y que, tras un comienzo espectacular, decanta hacia un diálogo en el que la vehemencia de la percusión deja paso a un intercambio de parloteos entre piano, violín, flauta, clarinete y violonchelo.

Más tarde la plantilla se amplió ligeramente para interpretar 'Barcelona 216' (1995), pieza en la que el piano aparece de tanto en tanto como una ensoñación unido a un conjunto que se mueve por caminos que recorren diferentes sonoridades y tonalidades, ritmos asimétricos y una tímbrica variada. Se trata de una de las obras más apreciadas por el compositor en el ámbito camerístico.

Cierre con expansiva potencia

El contraste llegaría con 'Recordant Chopin' (2012), para piano solo –y dedicada a Leopoldo Rodés–, un homenaje al músico romántico polaco aunque siempre huyendo del melodismo académico para optar por un mundo de planos sonoros creador de atmósferas que culmina en una frenética yuxtaposición de ritmos.

Una plantilla completamente diferente conformó la obra que cerró el concierto con expansiva potencia, 'Homenaje a Carmen Amaya' (1986), en la que seis percusionistas ante decenas de instrumentos, desde crótalos a timbales y campanas, remueven al público con un apoteosis sonoro de notorio acento rítmico incluyendo algún guiño al flamenco con unos palmeros que fascinan por su acertada aparición.