EL LIBRO DE LA SEMANA

Crítica de 'Las madres no': una tragedia griega revisitada

La novela de Katixa Agirre ahonda en los claroscuros de la maternidad desde un filicidio ficticio

La escritora vasca Katixa Agirre

La escritora vasca Katixa Agirre / periodico

Olga Merino

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Como en el mito de Medea, que asesina a sus hijos en venganza al ver su lecho deshonrado por Jasón, ‘Las madres no’ arranca con un filicidio: ‘Las madres no’Alice Espanet, una mujer acomodada en la alta burguesía vasca, ahoga a sus bebés gemelos en la bañera, los seca con una toalla y los deposita sobre la cama de matrimonio a la espera de que la niñera regrese a la casa y descubra los cadáveres. Entretanto, en una trama paralela, la narradora protagonista de la historia, madre primeriza, recién parida en el hospital de Basurto, se obsesiona con el infanticidio que sacude el país hasta tal punto —un vínculo muy leve la había unido con Alice en el pasado— que solicita una excedencia en el trabajo no tanto para criar al pequeño Erik, sino para crear una obra que esclarezca los porqués del crimen.

 A medio camino entre el ‘thriller’, la supuesta crónica periodística de un asesinato ficticio y el ensayo, la segunda novela de la escritora Katixa Agirre (Vitoria-Gasteiz, 1981) avanza a un ritmo trepidante, al menos en la primera parte, mientras la narradora innombrada investiga la verdad oculta tras el crimen (¿cabe mayor aberración imaginable?) y despelleja sus propias dudas sobre la maternidad, desde la chacinería de una cesárea, hasta las servidumbres de la crianza: dar la teta, cambiar pañales, el bebé que llora, las noches en vela… El útero acaba, pues, devorando todos los demás yoes de la mujer. Como bien proclama Medea en la tragedia de Eurípides, la maternidad, desde su mismo origen, no es un estado beatífico: “Dicen que vivimos en la casa una vida exenta de peligros, mientras ellos luchan con la lanza. Necios. Preferiría tres veces estar a pie firme con el escudo que enfrentarme al parto una sola vez”.

Escrita originalmente en euskera (‘Amekezdute’, Elkar, 2018), ‘Las madres no’, tiene claras concomitancias con‘El adversario’(Anagrama, 2000), novela con la que Emmanuel Carrère saltó a la fama, basada en el caso real de Jean-Claude Romand, quien en 1993 asesinó a sus padres, a su esposa y a sus dos hijos al no poder soportar más la impostura que había sostenido sobre su verdadera identidad durante casi 20 años. Aquí el asunto toma otra deriva, debido al puerperio de la narradora y su necesidad de escribir, abriéndose a las reflexiones ensayísticas —a veces en detrimento del pulso narrativo— sobre el controvertido binomio: Doris Lessing ("la maternidad es el Himalaya del tedio"); Virginie Despentes; Simone de Beauvoir (“se dice caprichosamente que las mujeres tienen enfermedades en el vientre, y es verdad que encierran dentro de sí un elemento hostil: es la especie, que las roe”); el fantasma de Silvia Plath y el de su hijo suicidado; las arañas maternales de la escultora Louise Bourgeois; o precedentes literarios como La infanticida’, de Caterina Albert.

¿Otra novela más sobre la maternidad? Sí, porque aún quedan muchos recovecos oscuros por iluminar. ¿O acaso el principio de la vida y sus consecuencias no constituyen un tema universal? Las madres no es sobre todo provocación, un convite a pensar. Se trata del sexto lanzamiento de Tránsito, un proyecto encomiable que dirige Sol Salama con el propósito de publicar “literatura descarnada” hecha por mujeres.