CRÍTICA DE CINE

'La inocencia': el último verano

En su ópera prima, Lucía Alemany hace progresar bien cada situación, sin tensar la cuerda más de la cuenta para que las cosas surjan de forma natural, apuntalado todo en un buen trabajo del reparto

Estrenos de la semana. La inocencia

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Quim Casas

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El debut en el largometraje de la realizadora Lucía Alemany plantea una serie de situaciones cotidianas, y tratadas en otras muchas ocasiones, con precisa naturalidad. En un relato donde la mayor parte de los personajes se mienten o esconden la realidad de sus emociones, sentimientos y aspiraciones, las imágenes filmadas por Alemany emanan verdad en todo momento.

'La inocencia' del título atañe al personaje de la adolescente Lis, atrapada, sin drama ni exceso de amargura, en un mundo en el que no desea estar. Vive en una pequeña localidad y el verano se le hace insoportable: encuentros medio clandestinos con su novio, bromas y cotilleos con sus amigas, algún enfrentamiento con los vecinos y desencuentros constantes con sus padres. No es sin duda el verano ideal: fiestas en la plaza mayor por la noche, calor, música, siestas, selfis… pero la atmósfera acaba siendo agobiante para la protagonista, que solo desea estudiar en una escuela de circo y abandonar el pueblo para conocer otras voces y otros ámbitos.

El filme se apuntala en esta serie de relaciones tóxicas, llevaderas o incómodas, especialmente con el padre, que no hace absolutamente nada para entender a su hija, y con el novio, mayor que ella, con otras necesidades y deseos, hasta que un hecho lógico pero inesperado da al traste con todo precisamente cuando el estío empieza a desvanecerse en el otoño.

La directora hace progresar bien cada una de las situaciones, sin tensar la cuerda más de la cuenta para que las cosas surjan de forma natural, apuntalado en un buen trabajo de todo el reparto, veteranos y debutantes.