NOVEDAD EDITORIAL

David Castillo: "Mi novela va de los parias de la tierra"

El escritor David Castillo en la librería Laie.

El escritor David Castillo en la librería Laie. / periodico

Elena Hevia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hay un hilo secreto de ideales, dolor y esperanza que une los campos de concentración de Argelès donde fueron a parar decenas de miles de refugiados y la más humillante de las derrotas del Ejército francés, la batalla de Dien Bien Phu, que acabaría con el colonialismo galo en Indochina pero sería a su vez el principio de la interminable contienda en Vietnam. El curioso vínculo lo ha establecido el escritor David Castillo con su novela ‘El tango de Dien Bien Phu’ (Edicions 62 / Edhasa), que sigue la trayectoria de algunos perdedores de la guerra civil, vidas pequeñas y anónimas, que no solo cruzaron la frontera hasta Francia, también combatieron en la segunda guerra mundial para acabar en la Indochina de 1954. Hasta 200 españoles participaron con el Ejército francés en aquel conflicto al otro lado del mundo. Y al igual que los personajes, también atravesó -o así lo quiere Castillo- los años y las geografías una canción, versión particular del célebre tango de Gardel ‘Esta noche me emborracho’ -el que empieza con aquello de "sola, fané y descangallada…"- , que fue adaptado a aquellas circunstancias con no poco humor negro por un refugiado de la CNT y otro del PSUC: "Vientos, chabolas incompletas, ladrones de maletas / arena y mal olor / ¡mierda por todos los rincones, sarna hasta los cojones / fiebre y dolor!".

En la portada de la novela, el abuelo de Castillo -uno de los tres personajes principales de esta narración coral-, mucho más delgado que cuando años después lo conoció su nieto, se agarra a las alambradas con la mirada perdida. Así lo captó Agustí Centelles. "Mi abuelo era un tipo fantástico, decidió volver desde Argelès a pie porque para morirse en el campo casi prefería que lo matara Franco". El escritor sostiene que esta novela surge de las ganas de volver a estar con él. "Mientras la escribía solía entrar en un estado de ensoñación y sentía que lo tenía tan cerca como para trasmitirle mis dudas". Y es que apenas sobreviven ya testigos de aquellos hechos porque los chicos de la quinta del biberón nacieron en 1920, ahora hace 100 años. "He podido entrevistar a alguno pero apenas quedan".

Hay muy poca fantasmagoría en esta novela que persigue el hiperrealismo y se ha construido durante 10 años a golpe de documentación en archivos como los de Salamanca, Alcalá de Henares o Ámsterdam. Al autor le interesaban sobre todo las historias mínimas: "Quería construir el relato desde la verdad, desde el punto de vista de los parias de la tierra que, a veces, poco tiene que ver con la mirada de los historiadores". De uno de los 16 tomos de documentación, un Castillo eufórico es capaz de seguir sacando petróleo, como la petición de una madre a quien le han matado a un hijo que solicita al Socorro Rojo que por favor le licencien al que todavía le queda vivo. "Es un soldado Ryan a la española".