LOS EFECTOS DEL METOO

Def Con 2 como síntoma del recelo ante el feminismo

Las mujeres de la industria músical española se organizan para plantar cara al machismo

El cantante de Def Con Dos, César Strawberry.

El cantante de Def Con Dos, César Strawberry. / periodico

Lucía Lijtmaer

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La pregunta no es única al sector pero sí se repite sin cesar: ¿dónde están los testimonios? ¿Dónde están nuestros MeToo? Ahora que se inicia el juicio a Weinstein, el nombre que marca la violencia sexual repetida e institucionalizada contra las mujeres, en España mucha gente se pregunta dónde están nuestros ejemplos.

Si el caso Weinstein fue espeluznante por la acumulación de nombres, en nuestro país no pasa. Las mujeres de la cultura hablan, pero no públicamente, y si lo hacen es para contar desprecios y abusos sin nombre y apellido.

En el caso de la música hay una excepción: Plácido Domingo, quizás nuestra figura más internacional en la música clásica, saltó a la palestra tras haber sido acusado de acoso sexual por una veintena de mujeres. Mientras Domingo ha tenido que anular actuaciones y dimitir como director de la Ópera de Los Ángeles, es ovacionado en el Palau de les Arts de Valencia en un montaje con todas las entradas vendidas.

España se encuentra en un momento muy especial en temas de violencia sexual: las manifestaciones feministas son cada vez más multitudinarias. Las jóvenes, especialmente, protestan contra sentencias injustas en materia de violencia sexual -el caso de La Manada- pero comienzan a tener delante contramanifestaciones en defensa de violadores -el caso del Arandina-, y el constante espoleo de un partido ultraderechista que niega la violencia de género.

Los discursos no son inocuos: a las dificultades para denunciar, se les suma ahora la estigmatización de los movimientos feministas. También en la música: en EEUU el MeToo ha devuelto a la palestra al rapero R Kelly, condenado por delitos de violencia sexual y tenencia de pornografía infantil, cuyas acusaciones habían sido ignoradas durante décadas por su éxito comercial. Decenas de mujeres denunciaron al músico Ryan Adams por conducta sexual inapropiada y manipulación emocional. En España, en cambio, los raperos Def Con 2, que habían hecho famoso su 'hit' feminista 'Agrupación de mujeres violentas' décadas atrás ahora cantan en contra del "puritanismo progre" que exije "que antes del sexo, se firme un contrato", haciendo clara alusión a la reivindicación de la reforma del Código Penal para que en materia de consentimiento sexual solo sí sea sí.

La experiencia y el futuro

Frente a este panorama las mujeres siguen hablando, veladamente o no. Las artistas españolas hacen públicas vivencias machistas en el sector. La última, María Talaverano de Cariño, que relataba su experiencia en Twitter: "De chicas está la duda constante del por qué, quién, cómo, de su valor como artista, capacidad de aprendizaje, de su físico. Se busca una explicación en un hombre que haya detrás porque solas no saben". O Le Parody, sobre el estructural compadreo entre hombres en el sector musical: "Yo no quiero ser más la cuota de tía que participa en tal charla, o que equilibra el cartel de tal festival, o que compensa la testosterona de tal concierto. Inclúyeme en la charleta tonta que tienes luego en la barra con tus colegas, mándame el mismo wasap que a él, salúdame de la misma forma".

Por otro lado, las mujeres en la industria se organizan -son cada vez más importantes Mujeres en la Industria de la Música (MIM), o el colectivo On Són les Dones, que buscan dar visibilidad y representación en los sectores culturales. Los festivales musicales toman nota e incluyen espacios seguros y libres de violencia sexual, y los hacen además más paritarios. Habrá que ver en este año cómo lidia la ola feminista con su contraola reaccionaria. Y si ellas se sentirán seguras para nombrar, finalmente.

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