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Una divertidísima comedia ironiza con la precariedad laboral de los 'Autònomos'

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Eduardo de Vicente

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Hay quien piensa que ser autónomo es un chollo. Eso de ser tu propio jefe tiene sus alicientes, no lo neguemos, pero también tiene múltiples inconvenientes como las elevadas cuotas mensuales o las inevitables declaraciones trimestrales. Pero hoy hemos decidido darle una tregua a nuestra economía y reírnos un poco con las penas y alegrías de este colectivo con un ¿musical? dedicado a ellos que se representa todos los sábados en el Almería Teatre.

Lleva cuatro temporadas en funcionamiento y rápidamente descubrimos los motivos: garantiza carcajadas durante hora y media, es fresco y ágil, siempre se actualiza con gags sacados de la actualidad de las últimas semanas u horas y consigue que el espectador se meta en la piel de estos pobres tipos (incluso si es funcionario). Y si ponemos entre interrogantes lo de musical es porque incluye canciones irónicas, pero no se trata de descubrir el talento como cantantes de sus protagonistas que no figurarán en el elenco de un West Side Story, pero de eso se trata, de jugar, de divertirse.

Teatro entre copas y carcajadas

La sala está dispuesta en plan music hall con mesitas y sillas, por lo cual es conveniente solicitar previamente la cervecita, el gin tónic o la bebida preferida para disfrutar de un cabaret laboral. Los protagonistas (excelentes y empáticos Álex Martínez Vidal y Andreu Rami, que se desdobla en nueve personajes) son dos trabajadores por cuenta ajena que viven felices en su empresa, con todas las ventajas que conlleva en un momento idílico en el que la crisis ha acabado como explican los noticiarios que van apareciendo en pantalla. Un pianista (Joan Berenguer) pondrá la banda sonora a sus peripecias mientras ellos cantan sobre lo contentos que están por ir a trabajar y sentir el olor a toner.

Pero todo es un espejismo ya que, poco después vuelve a empeorar la situación económica y son despedidos. Álex se queda en paro y sin hogar hasta que encuentra la solución tras asistir a una charla motivacional a cargo de un extraño individuo que responde al insólito nombre de Luis Sanfló Llangordas que le descubre que su verdadera vocación es la de peluquero. Y ahí empieza todo, cuando intenta descubrir qué es lo que debe hacer para convertirse en autónomo y se enfrenta a un papeleo interminable y cortapisas por todas partes.

Descifrando los misterios de la economía

Por fin lo consigue, pero también descubre que necesita a alguien que lleve sus cuentas y busca a un gestor para que le ayude a descifrar los misterios del IVA y el IRPF y descubre que los autónomos de nuestro país son los más pringados de toda Europa. Debe plantearse si ser legal al 100 por 100 o aprovechar los huecos del sistema para intentar alguna trampita. Se gasta el dinero del paro en crear su propio establecimiento y canta sobre lo feliz que está pero no tardará en descubrir que el negocio no arranca y tiene que hacer frente a más pagos de lo que esperaba. Quim, su antiguo compañero le ayudará.

Todo va cuesta abajo, ese mundo ideal que había imaginado se derrumba día a día y acaba concluyendo que “ser autónomo es una farsa”, empieza a sospechar que incluso un trabajo de becario es mejor, pero también piensa que ambos pueden triunfar juntos. Un giro inesperado de los acontecimientos llevará a un desenlace tan disparatado como lógico.

Un texto inteligente que se actualiza cada día

Es una pieza divertidísima que alerta a los posibles aspirantes a autónomos de lo que pueden encontrarse (gran parte del público ya lo sabe porque lo son), es ingeniosa, tiene gags que pueden resultar crueles pero que no están alejados de la realidad. Se agradece también que no se trate de un texto intocable y que, en cada función, se vayan añadiendo hilarantes referencias recientes.

Los intermedios con los telenoticias (y algún que otro cameo) contribuyen a mantener el ritmo. Las canciones son sencillas, que nadie busque huellas de Stephen Sondheim, pero son funcionales y consiguen lo que pretenden: que reine el buen humor. Un espectáculo para quienes deseen partirse de risa con una sátira inteligente que no deja tregua. Y que, sobre todo, disfrutarán… los autónomos.