Tendencia cultural

Víctor Hugo, el autor insurrecto del siglo XIX que arrasa en el XXI

Las reivindicaciones populares del autor de 'Los miserables' se abren paso en la actualidad a través de películas, series y en especial de la novela 'Terra Alta' de Javier Cercas

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Elena Hevia

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Esta década ya acabada quedará para la historia, a grandes rasgos, como la de la gran e interminable crisis económica pero por esa misma razón también ha sido la de la agudización de las reivindicaciones sociales, de uno y otro color, en todo el mundo. Y aquí léanse acciones tan dispares en lo ideológico como el 15-M, la primavera árabe, los chalecos amarillos en Francia o las protestas ciudadanas de Chile y Hong Kong. Los partidarios del 'procés, sin ir más lejos, reivindican estar en esa lista. Como las ficciones suelen tener  la capacidad de explicar el mundo, resulta sorprendente que el pasado año diversas creaciones culturales hayan tomado como referente a un autor francés bastante añejo que probablemente muy pocos lean hoy, quizá porque los lectores del siglo XXI ya no dominamos (o nos cansa hacerlo) las claves de los grandes y ambiciosos folletines del siglo XIX y con ellos a Victor Hugo.

Hay muchas pistas contemporáneas que conducen al autor de ‘Los miserables’ y ‘Notre-Dame de París’, que hizo de las revueltas de los desposeídos un elemento clave de su literatura épica. De menos a más, las huellas de Victor Hugo se pueden percibir en ‘Joker’, la película de Todd Phillips, no únicamente como punto de partida metacinematográfico ya que el antagonista original del Batman comiquero está inspirado en la novela ‘El hombre que ríe’ del autor francés, sino también como símbolo inequívoco de malestar social. Pero también en ‘Los miserables’ de Ladj Lila película con la que Francia opta al Oscar a mejor película extranjera y que se inspira en la ira incendiaria de los jóvenes marginales de extrarradio en las revueltas del 2005 que todavía resuenan en la incomodidad del presente. Naturalmente, no se trata de una adaptación del clásico sino de reactivar los ecos de aquellos disturbios. "Cuando leí aquella novela, una frase me golpeó especialmente, por eso la he utilizado como broche a la película: no hay mala semilla u hombres malos, tan solo malos cultivadores", dice el realizador francés de origen maliense. Un dato más y muy clarificador: en las actuales protestas de Hong Kong, los manifestantes adoptaron la canción ‘Do you hear the people sing’, el vibrante himno de batalla del veterano musical ‘Les misérables’, esta vez sí basado en la novela.    

Vargas Llosa, lector entregado

En el 2004, a tan solo un año de que se desencadenaran los disturbios de la ‘banlieu’ parisina, Mario Vargas Llosa dejó escrita en el ensayo ‘La tentación de lo imposible’ su pasión por Victor Hugo, un autor al que consideraba maniqueo e ingenuo, quizá con justicia, pero dotado de la capacidad de crear un mayúsculo y fascinante mundo regido por el bien y el mal. "¿Cuántos lectores creen todavía que la literatura puede revolucionar la existencia, subvertir la sociedad y ganarnos la vida eterna? Leyendo ‘Los miserables’ sumidos en el vértigo de ese remolino en el que está atrapado todo un mundo es imposible no sentir un escalofrío", valora.

La última aportación a la actual vigencia del colosal escritor la ha hecho Javier Cercas con ‘Terra Alta’, la novela policiaca con la que ganó el Planeta. La obra es un relato policiaco -como lo es también ‘Los miserables’, no hay que olvidarlo- en la que el mosso d’esquadra Melchor Marín es un lector voraz de esa novela frente a la opinión de su mujer, bibliotecaria y lectora culta, que lo considera un autor romántico, pesado, melodramático y moralista.  "Podemos ponerle a Hugo una larga lista de defectos pero, sin embargo, el suyo es un libro irresistible y arrasador. Estoy seguro de que cualquier lector sin apriorismos y sin prejuicios lee este libro y se vuelve loco, como le ocurre a Melchor, que más bien es un fan. Porque esta novela habla de nosotros, de los perdedores, de la lucha entre la justicia y la injusticia, de los indefensos frente a los poderosos. Habla de la ley y de para qué sirve la ley".

Insatisfacción, ayer y hoy

Victor Hugo tejió las desventuras del exconvicto Jean Valjean, que acabó en prisión por robar un trozo de pan; de Javert, el policía que lo persigue sin el menor atisbo de duda frente a la ley, y de las desgraciadas mujeres Fantine y Cosette, en el cañamazo histórico de la revolución de 1832 y sus barricadas callejeras, que el autor vivió de primera mano. Hugo, que cultivó la fama popular de una 'rock star' 'avant la lettre', fue también un respetado coloso intelectual a quien los diarios solían consultar en materia política, terreno en el que cambió de opinión a lo largo de toda su vida, no sin fricciones. Su posición contra Napoleón III le llevó al exilio en las islas del canal de la Mancha durante 14 años. Fue volteriano, bonapartista y socialista, de ahí que muchos le reprochen la inconsistencia ideológica, que también puede detectarse en sus novelas. "Tengan las revueltas el sentido que tengan y aunque obedezcan a causas distintas, en el fondo de todas ellas late la insatisfacción de la gente -dice Cercas-, la consideración de estar postergado, de ser miserable. Eso vale para todos. Por poner dos ejemplos recientes en Francia, ha sido válido en la 'banlieu' de los emigrantes apartados sin que nadie les haga puto caso hasta que al final revientan y la arman sin ser muy conscientes de por qué y también lo es en la Francia provinciana que estalla por el mismo motivo. Esté bien o mal, ya se sea progresista o reaccionario, es gente que se siente menospreciada".

Hay ideas que no estaban resueltas durante el XIX -el siglo de Victor Hugo, que fue muy longevo y practicamente lo ocupó todo-, y que, sorprendentemente, tampoco parecen resueltas en el XXI, como la desconfianza ante el poder judicial y el sistema penitenciario o la percepción de que la ley natural sigue sin coincidir con la ley formal, la ley de los hombres. Eso quizá explique que 'Les misérables', el musical de Alain Boubil y Claude-Michel Schönberg, sea hoy el más duradero en el West End de Londres con 33 años a cuestas en un mismo escenario y que la BBC haya apostado el pasado año por la enésima adaptación de las desventuras de Jean Valjean, esta vez con el rostro de Dominic West. A la muerte de Victor Hugo, dos millones de personas acompañaron su cadáver por las calles de París. Fue el homenaje del pueblo al autor que con mayor dramatismo retrató sus penurias. Y sigue.