ESTRENO DE CINE

Crítica de 'El silencio del pantano': las cloacas valencianas al estilo corerano

Marc Vigil escarba en la corrupción de esa comunidad con una estética seca y brutal

Estrenos de la semana. El silencio del pantano

periodico

Beatriz Martínez

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El 'thriller' criminal siempre ha sido un estupendo género para hablar no solo del ser humano y sus recovecos más oscuros, sino también de las cloacas y la miseria moral del mundo en el que vivimos. La novela de Jorge Braulio se aventuraba a escarbar en la trastienda del poder y la corrupción valenciana para componer un alambicado relato dentro de otro relato que nos introducía en la mente de un retorcido criminal. Un monstruo nacido al amparo de un nido de víboras.

Marc Vigil, en su ópera prima, logra despejar todo este mecanismo metanarrativo para centrarse, principalmente, en la descripción de ambientes y en la composición de un puñado de magníficos personajes que se mueven en las sombras.

Así, ‘El silencio del pantano’ nos muestra la superficie, donde todo parece en orden, para después acceder al subsuelo, repleto de especies venenosas, donde encontramos matriarcas de la droga, políticos comprados, psicópatas que ejercen de justicieros y matones atormentados.

La descripción de la flora y la fauna autóctona de la región resulta tan precisa como contundente. Pero quizás, el mayor logro de Vigil sea imprimir incomodidad en cada secuencia, componer un microcosmos de una enorme ambigüedad en el que los personajes se mueven como animales enjaulados en una espiral de persecución apasionante y emparentar su propuesta con el 'thriller' coreano a través no solo de la estilización en la puesta en escena, sino también a través de la plasmación de una violencia tan seca como visceral y brutal.