GOCE SIN PREJUICIOS
'Cats' y otros placeres culpables del 2019
Repaso a las 10 películas del año que nadie admite en público haber visto a pesar de haber pasado un excelente rato en el cine
¿Ha oído usted hablar de 'Cats'? Seguro que sí. Adaptación del musical homónimo creado por Andrew Lloyd Webber, la nueva película del director Tom Hooper ha copado titulares en los últimos días no solo por haber fracasado rotundamente en la taquilla sino también, sobre todo, porque ha iniciado lo que parece ser una competición entre los miembros de la crítica por ver cuál de ellos se burla de ella de forma más creativa. De ella se ha dicho que verla proporciona un pasaporte a la locura, y que ni siete vidas serían suficientes para que sus responsables tengan tiempo de redimirse. Un periodista sugirió la posibilidad de que Hooper haya querido vengarse de Webber por algún motivo, y otro aseguró que pagaría lo que hiciera falta para borrarla de su memoria.
Todas esas opiniones dejan clara una cosa: 'Cats' ha logrado acaparar niveles de atención con los que la mayoría de películas ni se atreven a soñar; y eso a su vez demuestra que, si bien cualquiera puede hacer una película mala, lo destacable es hacer una que sobrepase los niveles tolerables de incompetencia y desatino hasta el punto de despertarnos la admiración e incluso el deleite; que, en otras palabras, nos proporcione uno de esos placeres que llamamos placeres culpables, porque no nos atrevemos a confesarlos en público. El 2019 nos ha traído una nutrida lista de títulos que dan el perfil. Estos son algunos de ellos.
1. FAST & FURIOUS: HOBBS & SHAW
En su primera secuencia, un hombre a prueba de balas pilota una motocicleta mágica, con la que persigue a una mujer que acaba de inyectarse un virus capaz de acabar con toda la vida en la Tierra. En otras palabras, es absurda desde el principio. Y derrocha sentimentalismo postizo. Y, teniendo en cuenta la saga a la que pertenece, no incluye suficientes coches. Pero cualquier película mejora por el mero hecho de tener en su reparto a Dwayne Johnson o Jason Statham, y esta los tiene a los dos.
2. RAMBO: LAST BLOOD
Contemplarla resulta casi intolerable tanto por su descarado mensaje a favor de Trump como por el ajado rostro que Stallone luce en ella –parecido a un plato de ternera Strogonoff y, a la vez, a un escroto–, y por la sucesión de empalamientos, apuñalamientos, decapitaciones, clavículas que se salen de la piel, cráneos agujereados y cabezas hechas puré que llenan su última media hora de metraje. Pero, casi seguro, la mayoría de espectadores que fueron a verla acabaron aullando de placer, culpable o no.
3. OBJETIVO: WASHIGTON DC
Tercera entrega de una saga de películas de acción protagonizadas por una versión 'Lidl' de John McClane, es menos ridícula que sus predecesoras pero aun así lo es hasta decir basta. Para entendernos, su argumento tiene menos sentido que el de un viejo episodio cualquiera de Scooby-Doo, y es tan visualmente incoherente que casi alcanza el tipo de abstracción propia de un experimento de Stan Brakhage. Dicho esto, garantiza un buen rato a quienes sean capaces de apagar el cerebro justo antes de verla.
4. GÉMINIS
Puede que cuente la historia de un asesino a sueldo obligado a enfrentarse a un clon de sí mismo, pero en todo caso el verdadero clon de Géminis es su guion, compuesto exclusivamente de ideas duplicadas de otras ficciones. Quizá por eso, uno siente que es el tipo de película que hasta Steven Seagal se habría negado a protagonizar hace 20 años. Pero aun así hay que verla, porque ha sido confeccionada con una tecnología tan innovadora, tan nueva, que sus píxeles aún llevan colgada la etiqueta con el precio.
5. LAST CHRISTMAS
No funciona ni como comedia romántica, ni como comentario social sobre el problema de los sin techo y la amenaza del Brexit, ni como escaparate para el talento de sus intérpretes, ni como tributo a las canciones de George Michael. Y su giro final es tan absurdo que, a su lado, las piruetas narrativas típicas de M. Night Shyamalan casi parecen realistas. Sentarse frente a ella, eso sí, es como hacerlo frente a un surtido de turrones; su consumo no aporta nada bueno, pero es muy difícil resistirse a él.
6. YESTERDAY
En lugar de sacar punta a su estupenda idea de partida –tras un apagón, un músico mediocre se da cuenta de que es la única persona en el mundo que recuerda a los Beatles–, prefiere convertirse en la comedia romántica más boba imaginable. Y además parece sostener que la música del cuarteto de Liverpool es igual de buena si, en lugar de interpretarla ellos mismos, lo hace cualquier otro fulano. Pero, pese a todo ello, 'Yesterday' incluye en su banda sonora canciones como Help! y Let It Be. ¿Cómo resistirse a ello?
7. EL SOL TAMBIÉN ES UNA ESTRELLA
En esta relectura de 'Antes del amanecer' (1995) para la generación Z, dos tortolitos hablan sobre el destino, el amor, el libre albedrío y la naturaleza del cosmos, al menos hasta que sus bocas han calentado lo suficiente para empezar a darse besos. La ñoñez de la película es excesiva para cualquier espectador en edad de conducir, pero hay que reconocerle que sus dos protagonistas son tan fotogénicos como cualquiera de los 'gatetes' que aparecen por Instagram. ¿Y a quién no le enternecen los 'gatetes'?
8. HELLBOY
Es vulgar, excesivamente ruidosa y está plagada de violencia gratuita, posee argumento y personajes suficientes para llenar una trilogía entera y está contada con los pies. Pero también derrocha humor canalla, secuencias de acción originales y consciencia de su propia ridiculez, y eso es más de lo que pueden decir el 95% de las películas de superhéroes. Por eso está destinada a convertirse, pasado el tiempo necesario, en presencia imprescindible en las maratones de cine trash.
9. GREEN BOOK
Sostiene que un hombre blanco de clase baja y un hombre negro rico y culto no necesitan más que viajar por carretera juntos y compartir un cubo lleno de reboce del KFC para solucionar el problema del racismo en Estados Unidos. Y en el proceso mezcla humor blandengue, homilías sobre la tolerancia racial y momentos de melodrama lacrimógeno para hacernos sentir satisfechos con nosotros mismos por tener la postura ideológica correcta y, por tanto, la autoridad moral. Y a todos, claro, nos gusta sentirnos así.
10. HOLMES & WATSON
Parodia de las películas de Sherlock Holmes dirigidas por Guy Ritchie –como si necesitaran una–, acumula tal cantidad de chistes imbéciles que parece escrita mano a mano por dos prepúberes con un par de cervezas de más, y hasta el perro de los Baskerville podría haber trazado una trama más coherente que la suya. Arrebataría a 'Cats' el título de Peor Película del 2019 de no ser porque las comedias coprotagonizadas por Will Ferrell y John C. Reilly son como la pizza o el helado: Incluso cuando son malas, son buenas.
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