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'Solan & Eri: missió a la Lluna', cine de animación infantil con mensaje

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Eduardo de Vicente

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El cine infantil va mucho más allá de las superproducciones animadas ampliamente publicitadas y que pueden encontrarse en todas las multisalas. También existen unas cintas más modestas de cinematografías menos conocidas que pueden satisfacer a los niños y transmitirles valores. Es el caso de la noruega Solan & Eri: missió a la Lluna, que fue la ganadora del premio del público (los propios peques) en el reciente certamen El meu primer festival, así que si a ellos les ha gustado, es lo que más importa.

El filme recupera a los personajes de una popular serie noruega de libros y tiras cómicas creadas por Kjell Augrust y ambientadas en la población ficticia (y paródica) de Flaklypa. El protagonista es un inventor algo excéntrico pero muy ingenioso, Reodor, y sus dos mejores amigos, un pato parlanchín, Solan y un puercoespín tímido, reservado y con voz ronca, Eri. Estos cómics llegaron a la gran pantalla en un pequeño clásico de 1975, Grand Prix en la montaña de los inventos, que fue un éxito sorpresa.

Rodada fotograma a fotograma

El director es Rasmus A. Sivertsen y esta es ya su tercera película sobre estos personajes, además de ser el realizador de El bosque de Haquivaqui, también estrenada en nuestro país. Su principal particularidad es que ha sido rodada con marionetas en stop-motion (fotograma a fotograma) como las aventuras de la oveja Shaun y otros títulos de Aardman.

Esta película pretende homenajear el 50 aniversario del hombre a la Luna, pero también plantea diversos dilemas para reflexionar. En la televisión advierten que se ha cumplido este medio siglo y que la prohibición de que algún país sea su propietario ha prescrito. Se ha abierto un vacío legal que, en tanto se resuelva, provoca una carrera espacial entre Rusia, EEUU y muchas otras potencias.

La conquista de la Luna

Los noruegos, con fama de exploradores como Amundsen, pretenden apuntarse y su única posibilidad consiste en recurrir a los tres compañeros, ya que Reodor ha creado un prototipo de cohete. La alcadesa de Flaklypa, con ganas de figurar, les ofrece únicamente apoyo moral pero el gobierno descubre sus planes y decide financiar el proyecto a cambio de que un funcionario viaje con ellos.

La población permanece expectante y los medios de comunicación siguen sus pasos mientras comprueban como otras naciones fracasan estrepitosamente en sus respectivas misiones. Si finalmente triunfan, la Luna será noruega. Finalmente, Solan y el delegado gubernamental consiguen despegar y navegan por el espacio mientras suena la inevitable música de El Danubio azul que nos recuerda a 2001: una odisea del espacio. Pero también viaja a bordo algún invitado inesperado que tendrá una gran influencia en la trama.

Critica los planes de los gobiernos

Las primeras secuencias que hacen pensar es cuando descubren que en el espacio hay montones de basura, y no se trata de meteoritos y otras rocas, sino de desechos de tripulaciones anteriores. La alcadesa está siempre dispuesta a abrir el champán para celebrar el más mínimo avance mientras que el funcionario desvela sus verdaderos planes, muy perversos, siguiendo las indicaciones que le han dado los políticos (el gobierno noruego queda francamente mal, no les debe haber hecho ninguna gracia esta comedia infantil).

El tramo final combina emoción y dramatismo y concluye manteniendo la teoría de que lo más importante es el trabajo en equipo. El desenlace también critica la ambición desmedida de los países y aboga por la unión entre la gente anónima. No solo son aventuras para niños, también tienen su mensaje. Lo dicen con la boca pequeña, pero lanzan algunas verdades para que los niños sean más responsables y no cometan los errores de los adultos. Esa es la auténtica misión de la película.