MEMORIA HISTÓRICA

Madrid despide el 2019 reviviendo el exilio republicano con varias exposiciones

Exposición sobre el exilio español

periodico

Juan Fernández

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La Segunda República exhaló su último aliento encima de una mesa rectangular de madera labrada con las alas en forma semicircular. Sobre este escritorio con incrustaciones de marquetería, en Collonges-sous-Salève, localidad de los Alpes franceses próxima a Ginebra, el 27 de febrero de 1939 firmó su dimisión el presidente de la República, Manuel Azaña, quien 20 meses más tarde sería enterrado en el cementerio de Montauban, al sur de Francia, en un ataúd cubierto por una bandera republicana. Hasta finales de enero, la mesa y la enseña pueden verse en La Arquería de Nuevos Ministerios de Madrid.

Las dos piezas forman parte de la exposición organizada por la Comisión Interministerial para la Conmemoración del 80º aniversario del Exilio Republicano, la más grande que se ha montado en nuestro país con esta finalidad desde que se restauró la democracia. La muestra, que estará abierta al público hasta el 31 de enero, ha coincidido en el tiempo con otras cuatro exhibiciones que aspiran a honrar la memoria del medio millón de españoles protagonistas de la mayor hégira de la historia de España: dos más en la propia Arquería, una en la Biblioteca Nacional y otra en la Residencia de Estudiantes. Madrid despide el 2019 reviviendo el exilo.

Guerra tras guerra

‘1939. Exilio republicano español’ es el plato fuerte de este menú conmemorativo. A través de más de 300 piezas, entre las que hay fotografías de Robert Capa y Agustí Centelles, recuerdos personales de exiliados, creaciones de artistas emigrados y testimonios manuscritos y sonoros de los protagonistas del éxodo, la muestra, organizada por el Ministerio de Justicia, ofrece un recorrido histórico, artístico y sentimental por las peripecias que vivieron aquellos españoles desde los últimos estertores de la guerra civil hasta el final de la dictadura.

A unos les tocó tragarse otra contienda bélica sin haber acabado de digerir la anterior, como prueba la indumentaria de recluso del campo de Mauthausen que puede verse en una vitrina junto a varios aperos personales de Eliseu Villalba Nebot, uno de los muchos españoles que fueron capturados por los nazis durante la segunda guerra mundial. Otros se enfrentaron a un largo viaje sin retorno. La exposición detalla las principales rutas que siguieron los migrantes: primero, alojados en 14 campos de concentración desperdigados por el sur de Francia, ahora ordenados en un mapa; después, a bordo de los vetustos barcos que los llevaron hasta Latinoamérica, la Unión Soviética y el norte de África.

Viajaban con estrecheces y amargura, pero a su llegada fueron recibidos con los brazos abiertos. La exposición ensalza varias figuras clave de la hégira republicana española, como Lázaro Cárdenas, presidente del Gobierno mexicano, que puso un gran empeño en acoger a los recién llegados, y se hace eco de la infinidad de actos, homenajes y simposios que se celebraron para reivindicar la República en Francia, México y otros países por donde se extendió la huella del exilio español.

Picasso, Miró y Alberti

La muestra alberga una sección artística en la que se exhiben diversas obras de Picasso, Miró, Alberti, Maruja Mallo, Ramón Gaya, Claudio Sánchez-Albornoz y otros creadores e intelectuales que igualmente se vieron obligados a huir para sobrevivir. “En su diáspora, contribuyeron a desarrollar los países que les dieron acogida, pero la nostalgia de España les acompañó para siempre y está presente en sus obras”, señala el escritor y crítico de arte Juan Manuel Bonet, comisario de la exposición.

La exposición también brinda al visitante la posibilidad de escuchar grabaciones de Radio Pirenaica, el Servicio Mundial de la BBC y Radio París en las que suenan las voces desde el exilio de figuras como Arturo Barea, Rafael Alberti, María Teresa León, Santiago Carrillo o Dolores Ibárruri. La imagen de estos dos últimos bajando las escaleras del Congreso de los Diputados en 1977 es una de las estampas que cierra el recorrido, junto a las fotos de la llegada del ‘Guernica’ de Picasso a España en 1981. “Esta es la muestra más ambiciosa celebrada hasta ahora sobre el exilio español, pero no debería ser la última. Aún queda mucha labor didáctica por hacer acerca de aquellos españoles”, advierte el comisario.

En la planta primera del espacio de La Arquería, otras dos exhibiciones de menor tamaño completan la organizada por Bonet. ‘Caminos del exilio’ tiene el valor de los documentos históricos insustituibles. En 1939, el fotoperiodista galo Philippe Gaussot se dedicó a retratar a los españoles que cruzaban desesperados los Pirineos para instalarse en improvisados campos de refugiados que ellos mismos construían con sus manos sobre la tierra. Aquellos negativos quedaron olvidados en una maleta durante décadas, hasta que un hijo del autor dio con ellos tras su fallecimiento. Foto a foto, esta colección de imágenes equivale a realizar un vuelo rasante sobre las primeras jornadas del exilio español y permite obtener una idea tan estremecedora como fiel de lo que debió suponer aquella experiencia para sus protagonistas.

Historias de novela

La colección de fotografías reunidas por Pierre Gonnord en ‘La sangre no es agua’ pone la nota emotiva a esta excursión por el exilio español. Una veintena de antiguos refugiados y de familiares cercanos, todos residentes en París, se ha prestado a posar ante la cámara de este artista francés junto a un recuerdo de aquella época y a una breve carta de presentación. Cada una de estas historias encierra una novela.

“Todos me transmitieron la enorme necesidad que sentían de entregar estos testimonios para que retornen a su país”, cuenta el fotógrafo sobre su encuentro con los exiliados y sus allegados. A su lado, María Góngora, asiente con la cabeza delante de su retrato. “La gente debe saber que en aquella época hubo héroes anónimos, como mi abuelo, a los que debemos mucho”, dice esta nieta de un antiguo combatiente antifascista español, que primero luchó contra Franco y luego se batió contra los nazis. “Estas personas ponen voz al exilio español y son la prueba de su pervivencia. Pero ninguno de ellos habla de revancha. Solo piden memoria y reconocimiento”, observa Carmen Fernández, comisaria de la muestra. 

En la Residencia de estudiantes y la Biblioteca Nacional

En los libros de historia, el 'Sinaia', el 'Flandre' o el 'Ipanema' apenas ocupan un renglón a pie de página, pero el pasado reciente de España está soldado a los nombres de estos y otros cuantos navíos de gran tonelaje. No participaron en ninguna batalla naval, pero a ellos les deben la vida los miles de españoles que huyeron desde Francia hasta América al poco de acabar la guerra civil. Ahora, una muestra organizada en la Residencia de Estudiantes de Madrid rememora aquellas travesías, muchas de las cuales estuvieron marcadas por situaciones extremas.

Es el caso del 'Ipanema', que zarpó del puerto de Burdeos el 12 de junio de 1939 con 1.000 refugiados españoles rumbo a México y al quinto día, en alta mar, quedó a la deriva tras rompérsele la hélice. O el 'Alsina', que tuvo que esperar varios meses varado entre Dakar y Casablanca llevando a bordo al expresidente de la República Niceto Alcalá Zamora, hasta que el Gobierno mexicano envió al Quança para rescatarlo.

Diarios de a bordo

La exposición organizada en la Residencia repasa la historia de estos navíos y relata el día a día de aquellas travesías a través de un conjunto de fotos y de multitud de documentos personales de los viajeros, entre los que hay diarios de a bordo, salvoconductos, células de viaje y hasta las cartas del menú que comieron.

A dos kilómetros de esta muestra, la Biblioteca Nacional lanza hasta el 2 de febrero una particular mirada al exilio republicano poniendo el foco en la actividad cultural que desarrollaron los intelectuales españoles que se vieron obligados a huir de España para salvar el pellejo. La exhibición reúne ensayos de María Zambrano, obras de Xavier Berenguer, libros de poemas de Rafael Alberti y cartas manuscritas de Azaña, que aparte de político fue un destacado literato. Fiel a la personalidad “plurilingüe” que tuvo la República, la exposición también exhibe un ejemplar de la 'Revista de Catalunya', editada en catalán en París en 1939 y otro de la 'Revista de Euskadi' publicado el mismo año en la capital francesa.

En Madrid pueden visitarse estos días otras dos muestras que, si bien no se centran en el exilio, también hacen referencia a él. En la fundación Francisco Giner de los Ríos, la exposición ‘La nueva educación’ repasa la historia de la Institución Libre de Enseñanza y da cuenta de la proyección internacional que tuvo este organismo académico a través de los exiliados españoles. En la sede de la UNED en las Escuelas Pías de Lavapiés, ‘Las pequeñas cosas’ reúne una colección de objetos, como envoltorios de tabaco o cajas de cerillas, que fueron usados por represaliados de la dictadura para enviar mensajes a sus familiares. Ellos tuvieron peor suerte: no pudieron partir al exilio.