ENTREVISTA

Hirokazu Kore-eda: "Cada vez siento más el peso de mis carencias"

El director japonés acaba de estrenar en nuestros cines 'La verdad', primera película que rueda fuera de su país, protagonizada por Catherine Deneuve y Juliette Binoche

Hirokazu Kore-eda, fotografiado en Madrid el pasado 21 de diciembre

Hirokazu Kore-eda, fotografiado en Madrid el pasado 21 de diciembre / periodico

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El director Hirokazu Kore-eda lleva un cuarto de siglo contando historias llenas de ternura y humanismo -títulos como 'Still walking' (2008) o 'De tal padre tal hijo' (2013) o 'Un asunto de familia' (2018)- cuyo asunto central son las complejidades de los lazos de sangre. Su nueva película, 'La verdad', es la primera que rueda fuera de su Japón natal. En ella, una diva del cine francés (Catherine Deneuve) que acaba de publicar su autobiografía y está a punto de empezar una nueva película recibe la visita de su hija (Juliette Binoche), y entonces viejas heridas maternofiliales se reabren.

'La verdad' es la primera de sus películas rodada fuera de Japón. ¿Por qué decidió filmarla en Francia?

Originalmente pensé en rodarla en mi país, pero me di cuenta de que allí no hay una actriz en activo que pueda simbolizar toda la historia del cine japonés como Catherine Deneuve hace con el francés o como Elizabeth Taylor hacía con Hollywood en décadas pasadas. Catherine es una intérprete fascinante, porque está envuelta de un aura extremadamente intensa que es imposible no ver.

Asimismo, la película también supone la primera colaboración actoral entre Deneuve y Juliette Binoche. ¿Cómo describiría sus respectivos métodos de trabajo?

Tienen personalidades muy diferentes, y mi trabajo fue entenderlas y mantener un equilibrio entre ellas. Juliette no es capaz de dejar de rodar hasta estar completamente satisfecha con cada escena. Siempre quiere filmar una toma más para intentar hacerlo mejor. Y en ese sentido Catherine es del todo opuesta. Prefiere rodar pocas tomas, y sabe perfectamente cuándo ha rodado la mejor. Siempre tiene razón. Como digo, mi papel fue mantener el equilibrio entre ambas, pero lo cierto es que no necesité intervenir mucho.

¿En qué medida se vio su método creativo afectado por el hecho de rodar en Francia?

No mucho. Lo que más me preocupó de rodar en Francia fue el peligro de acabar haciendo una película de postal, que ofreciera una mirada turística de París. Intenté evitar eso a toda costa. Por lo demás, mientras estaba en Francia me preocuparon las mismas cosas que me preocupan cuando ruedo en Japón: cómo respetar el calendario de rodaje, cómo obtener de los actores lo que necesito de ellos, ese tipo de cuestiones.

De hecho, La verdad comparte temática con sus películas anteriores: la familia, la memoria, la pérdida, lo que las relaciones personales de escenificación...

Sí. Todas mis películas más recientes son el resultado de lo que me ha sucedido en los últimos años, desde la muerte de mi madre hace poco más de una década y pasando por el nacimiento de mi hija. Esos cambios me han hecho preocuparme por los roles que los individuos desempeñamos en nuestras familias. Y la conclusión que he sacado es que, para ser capaz de hablar a los espectadores de diferentes culturas, un cineasta no debe intentar ser lo más universal posible sino solo hablar de lo que le sale de dentro.

Dicho esto, ¿no siente cierta necesidad de cambiar de tercio?

Totalmente. He estado haciendo películas durante casi 25 años, a un ritmo que se me ha hecho vertiginoso. Y me siento cansado. Podría seguir a ese ritmo durante cierto tiempo más pero, por otra parte, creo que eso es peligroso. No he crecido lo suficiente como artista y cada vez siento más el peso de mis carencias. Debería tomarme algunos años de descanso para centrarme en llevar a cabo ese aprendizaje.Aunque eso encarna cierto riesgo.

¿En qué sentido?

Me encuentro físicamente fuerte para seguir rodando, pero no sé cuánto tardará la energía en abandonarme. Antes de retirarme, me gustaría haber dirigido 20 películas. La verdad es la número 14, así que debería rodar seis películas en unos 12 años, antes de cumplir los 70. Por supuesto, no es tan fácil. Tengo que encontrar a alguien que quiera financiarlas. 

Pero usted es un artista aclamado internacionalmente. ¿Por qué iba eso a ser un problema?

Las cosas son más complicadas de lo que quizá parezcan. No todos mis proyectos acaban recibiendo luz verde, ni mucho menos. Cuando acudo a los festivales internacionales y hablo con la prensa y con artistas de otros países, a menudo me llaman “maestro”, y me resulta muy chocante porque esa palabra no me representa. De hecho, preferiría que no lo hicieran.