EL VÍNCULO ENTRE DOS GENIOS DEL SIGLO XX

Gainsbourg y Dalí, provocación mutua

Un libro del periodista cultural Pere Francesch Rom explora las señales de complicidad entre el músico francés y el pintor catalán

Serge Gainsbourg y Salvador Dalí

Serge Gainsbourg y Salvador Dalí

Jordi Bianciotto

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A Salvador Dalí le fascinó la cultura pop, y Serge Gainsbourg trató de ser pintor (aunque acabó destruyendo casi todos sus cuadros), y ambos se encontraron en el territorio de la provocación y de la conversión del escándalo en arte. Ahí trabaron suficientes complicidades como para inspirar, décadas después de su muerte, a un periodista, Pere Francesch Rom, a escribir un libro tan original como ‘Gainsbourg i Dalí, moi non plus’ (publicado en catalán por Edicions Cal·lígraf).

El título alude tanto a una de las célebres ocurrencias del genio de Figueres (“Picasso es comunista, yo tampoco”, dijo en 1951) como a la canción más famosa del músico, ‘Je t’aime... moi non plus’, compuesta en 1967, una coincidencia que para Francesch no pudo ser casual. “Los adverbios no son propiedad de nadie, pero, aunque Gainsbourg negó haberse inspirado en la afirmación de Dalí, sería muy extraño que no la conociera”, explica el periodista, delegado de Cultura de la ACN (Agència Catalana de Notícies), que desarrolló una década atrás su “obsesión” por el cantante y compositor, y que comenzó a atar cabos al observar las pistas dalinianas que se deslizan en el ‘biopic’ de Gainsbourg ‘Vida de un héroe’ (2010), de Joann Sfar.

Relojes blandos para Melody

A través de un relato en primera persona en el que te va haciendo partícipe de sus pesquisas y sus hallazgos de un modo intrigante, Francesch va estableciendo los vínculos entre ambos artistas: de la imagen del cuadro ‘La persistencia de la memoria’, de Dalí, con sus relojes blandos, en el proto-videoclip de ‘Valse de Melody’, a las figuras surrealistas de canciones como ‘Intoxicated man’. Le van ayudando en el camino numerosas voces, varias de ellas desaparecidas en los últimos años, como el crítico musical Albert Mallofré, el biógrafo francés Gilles Verlant, el pintor Antoni Pitxot, que fue amigo de Dalí, y el secretario del artista, Enric Sabater.

Se cuelan también en la historia las que fueran parejas de Gainsbourg, Élisabeth Livetsky y Jane Birkin. Por desgracia, a la primera le costó refrescar la memoria (“insistía en que todo estaba en la película”, lamenta Francesch) y es la inglesa la que evoca la escena, recreada en el filme de Sfar, en que el músico y Livetsky se citaron, a finales de los años 40, en un apartamento propiedad de Dalí en París. Piso de paredes negras de astracán, como años después quiso que fueran las de su legendario domicilio en la calle de Verneuil.

El músico y el pintor mantuvieron contacto a partir de los años 50 y llegaron a considerar alguna colaboración que no cristalizó, como tuvo tiempo de revelar Enric Sabater. Quizá a partir de la canción ‘La decadanse’, caracterizada por su baile libidinoso, “una especie de perreo ‘avant la lettre’”, en la que “Dalí quizá habría podido incorporar algún ingrediente de ‘performance’”. No pudo ser, pero quedan los trazos de su sintonía y sus afinidades: ambos eran “tímidos que no pudieron escapar de sus máscaras”, estima el autor. “Y pioneros del arte de la provocación, ante el cual ahora estamos un poco inmunizados”.