EL DISCO DE LA SEMANA

Harry Styles, vida después del fenómeno fan

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Jordi Bianciotto / Ignasi Fortuny / Juan Manuel Freire / Roger Roca

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Pasar de la 'boy band' a la carrera adulta con visos de larga duración es una maniobra de alto riesgo en la que muy pocos (hola, Robbie Williams) se han salido con la suya sin despeñarse. Pero en esa categoría deberemos empezar a colocar a Harry Styles, quien, contra (casi) todas las previsiones, ha tenido suficiente con dos álbumes para darnos a entender que debemos contar con él a la hora de explicar el pop de este momento del siglo XXI.

Un pop que rehúye impulsos revolucionarios, si bien puede llamar la atención, como trazo del signo de los tiempos, su modo de mezclar sensibilidades: dinámicas de superproducción, giros folk herederos de los cantautores de los 70 y ocasionales tramas de r'n'b ligero. El integrante de One Direction ya dio su golpe de efecto con el primer álbum a su nombre, hace dos años, y ahora 'Fine line' refuerza la apuesta y la hace un poco más diversa.

Vistas a Laurel Canyon

El disco se abre paso con el 'up-tempo' y el estribillo coral de 'Golden', insinuando un pop esbelto que va incorporando sabores de soul y r'n'b en la sensual 'Watermelon sugar' y en ese 'Adore you' realzado por pistas electrónicas. La progresión de canciones invita a pensar en una sonoridad muy contemporánea hasta que se cuela 'Cherry' con su canto recogido y sus arpegios de guitarra acústica. Quién hubiera dicho, cuando One Direction llenaba el Estadi Olímpic (verano del 2014) con sus 'hits' invasivos, que Styles tenía un rincón en su corazón para los 'singer-songwriters' de Laurel Canyon, para Joni Mitchell y Crosby, Stills, Nash & Young.

Después de un par de momentos menores, la balada sensiblera 'Falling' y el entretenimiento de 'To be so lonely', surge el Styles más hondo con 'She', en sintonía con un remoto y emotivo soft-rock, camino de lo que podríamos denominar el tramo más adulto del álbum, hasta su clímax. De 'Sunflower Vol. 6', con arreglos excéntricos (sitar incluido) y armonías vocales manieristas (con ecos de The Beach Boys) a la sintomática 'Canyon moon', que parece salida de una barbacoa hippie ante la puesta de sol en el Pacífico. De ahí a la simpática 'Treat people with kindness', con resultones coros femeninos, y esa 'Fine line' que cierra el álbum con su divagación en torno a la línea que separa el amor del odio y que culmina con un 'crescendo' un tanto hinchado.

No es un disco perfecto, pero consolida el perfil de Harry Styles como un creador pop dispuesto a pensar por sí mismo y a tirar de hilos inesperados. Fino como vocalista, ayudado por un pelotón de mentes pensantes (Kid Harpoon, cómplice de Florence + The Machine, y el proveedor de 'hits' Tyler Johnson le arropan en la composición), invita, al igual que el último Justin Bieber, a pensar que puede haber vida después del fenómeno de fans y a incidir en la noción de un 'mainstream' sustancioso. - Jordi Bianciotto

OTROS DISCOS DE LA SEMANA

Soto Asa es una especie de duende sobrado de magia que se mantiene oculto de los grandes focos que ahora miran a la escena urbana. El ceutí, único, se mantiene en su universo de videojuego que proyecta con su voz filtradísima a base de reguetón psicodélico. Como hizo en el 2018 con 'Down music', con su tercer álbum vuelve a estar entre los mejores trabajos del año. - Ignasi Fortuny

El trío synth-pop Au Revoir Simone, favorito de David Lynch, se toma cada vez más tiempo entre discos. Un consuelo: este segundo álbum en solitario de su componente Annie Hart, quizá menos efectivo y emotivo que los discos del grupo, pero con su encanto. Melodías falsamente naíf para tardes de invierno. - Juan Manuel Freire

Viarnés levanta su música a partir de bucles hipnóticos de piano. Y a su alrededor dispone un enjambre de sonidos, primero casi imperceptibles, luego cada vez más densos y oscuros. Y así, lentamente, la música pasa de austera a majestuosa sin perder la escala humana. Aquí, entre teclas, cuerdas y potenciómetros, hay alguien contando una historia. - Roger Roca

La banda del Campo de Cartagena se crece combinando un luminoso swing acústico con el rock corpulento de finas armonías vocales, sirviendo a su imaginario sentimental 'roots' con luz mediterránea. Hay un aura mística en esas piezas que calan hondo, como 'Everywhere' o 'Way down', brindando una emoción universal con guante de seda. - J. B.