AUTOR MALDITO

El culto a Pepe Sales rebrota 25 años después de su muerte

Un disco con material inédito del desaparecido músico y poeta, 'Amor etern alt grup de risc', impulsado por su amiga íntima Lulú Martorell y su sobrino Martí Sales, da pie a un espectáculo que se estrena en la Casa Argelich

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Jordi Bianciotto

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El eco de su nombre resuena por las esquinas de nuestro ‘underground’ musical y poético, inspirando más allá de la muerte a viejos amigos (Víctor Bocanegra) y a admiradores (Albert Pla), y dejando un rastro de intriga que sobrevuela las generaciones y que, cuando menos te lo esperas, rebrota transformado en algo nuevo. Esto es lo que más ilusión les hace a Lulú Martorell y a Martí Sales, aliados ahora en la rehabilitación de la obra más oscura de Pepe Sales (1954-94) a través de un disco (vinilo y compacto) con torrencial material inédito, ‘Amor etern alt grup de risc’, y un espectáculo que ambos estrenan este lunes en la Casa Argelich de la calle Ballester, en el Putxet.

Martí, sobrino de Pepe, le gusta explicar esta historia como la de un enamoramiento en cadena: el que su tío (sobrino del escritor Joan Sales) experimentó de joven con el rock’n’roll y el soul, el de Lulú con las canciones que este creó, y el más reciente, el de la poeta Núria Martínez-Vernis al escucharla a ella cantándolas al piano. Proceso que confluye en este disco publicado por Indian Runners, con 22 canciones grabadas por Pepe Sales, muchas de ellas a pelo, a voz y guitarra eléctrica, y otras 15 que estiran el encantamiento de la mano amiga de Lulú Martorell, revelada como intérprete veraz. "El piano lo toco yo misma porque cuando estoy ahí en catarsis ningún pianista me podría seguir", explica la que fuera amiga íntima del desaparecido poeta y músico.

Tres estrofas y un ‘riff’

Lulú se refiere a estas canciones como "un lamento"; un ‘plany’, dice en catalán, aunque "siempre con destellos de humor, como si te estuviera vacilando". La realizadora audiovisual estuvo casada con Joan Sales, hermano de Pepe, a quien la pareja acogió durante un tiempo y con quien ella acabó conviviendo (y trabajando en el programa ‘Glasnost’, en TVE Catalunya). Estas canciones las escribió a partir de 1981. "Las vi nacer, día a día", desliza. Composiciones no muy largas, porque "con tres estrofas ya tenía bastante", en las que fundía "frases que apuntaba en sus libretas con ‘riffs’ de guitarra". Pepe Sales, que fue ideólogo y letrista del grupo Bocanegra, seguía el rastro de Lou Reed y Bob Dylan, de la crudeza guitarrera de Keith Richards y Jimi Hendrix, y del soul y el r’n’b de Otis Redding y Sam & Dave. ¿El punk? "No, decía que era un viejo prematuro y que tocaba rock-iaia".

Pepe Sales no era uno de esos artistas que creen que el mundo esté en deuda con ellos, y más bien iba haciendo sus cosas "como quien no puede dejar de hacerlas, sin una idea de carrera artística", explica su sobrino Martí. En sus últimos tiempos, Lulú le animó a ordenar cuadernos y notas. "Logré que al menos reuniera cincuenta poemas", suspira, textos que verían la luz y que se ampliarían en los libros ‘Sense re, sense remei’ (2009) y, este año, ‘La passió segons Pepe Sales’.

Angustia destilada

Cree Lulú Martorell que Sales comenzó a escribir movido por su sensación de desencaje social, "tras pasar por la cárcel por fumar chocolate y asumir su homosexualidad, que no era lo que tocaba". De ahí salió el místico desconsuelo de ‘Cristo de les farmàcies’, pieza que Albert Pla revisó en sus ‘Cançons d’amor i droga’ (2003), y todas estas otras canciones en las que "destilaba su sufrimiento". A partir de 1989, sus poemas expresan "un cambio brutal": es cuando descubre ser portador de anticuerpos del sida.

Tan reveladoras son estas canciones en bruto de Pepe Sales (entre ellas, alguna otra conocida como ‘Poble de stars’, que grabaron Els Surfing Sirles, el extinto grupo de Martí) como su continuación en boca de Lulú. Tratándose de la hija de Oriol Martorell, fundador de la Coral Sant Jordi, no debe suponer una sorpresa su familiaridad con la música. "A los 11 años estuve sentada en la falda de Duke Ellington cuando vino a dirigir ‘Freedom’ en Santa Maria del Mar", ilustra a modo anecdótico. En la segunda parte del disco, se crece ante el teclado con una emotividad ‘hardcore’, sin tonterías. Ella sospecha que el canto se manifiesta "por un agujero distinto del corriente" y que "si lo encuentras, es algo brutal", aunque en eso uno tiene poca capacidad de intervención: "Sientes que te ha elegido a ti, y no tú a él".

Sí que ha sido muy deliberada esta operación de rescate, 25 años después de su muerte. "Ha tenido que pasar el tiempo, superar el duelo, que apareciera la nostalgia...", explica Lulú Martorell, para quien todo esto representa "una tremenda magdalena de Proust". Pero, al final, "las cosas caen por su propio peso", añade Martí Sales. "Y cuando la gente se acerca a algo por un camino no institucional, el entusiasmo es distinto y mucho más interesante".