DE PADRES A HIJOS

La nueva 'generación Estopa' toma el Sant Jordi

Abundan entre los asistentes al concierto del dúo de este sábado fans muy jóvenes que descubrieron a los Muñoz en el coche familiar

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Abel Lacruz

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"Llevamos aquí desde las nueve de la mañana. De pequeñas ya los escuchábamos en la radio", dice Jenny, de 25 años, que junto a Andrea, de 21, son las primeras de la fila. A cuatro horas de que abran las puertas, unos 500 fans de Estopa hacen cola para el primer concierto de los dos que el dúo dará en el Palau Sant Jordi este fin de semana. Los fans con entrada especial pueden acceder al recinto a las seis y media, para las pruebas de sonido, a la llamada "zona inflamable"; otros defienden sus posiciones estoicamente para entrar a la pista cuando se abran las puertas. 

Si les preguntas por qué tantas horas de espera, no lo dudan: "Vale la pena estar aquí. Es la primera vez que los veo en el Palau. Un concierto de ellos aquí tiene que ser mágico", asegura Daniel, de 29 años, que ha venido desde A Coruña. "Los escuché por primera vez en el coche de mi padre -añade-, desde entonces los he seguido". Y es que la historia de Estopa está plagada de coches: del Seat Panda del piñazo por 'La raja de tu falda', de 1999, al coche incendiado de 'Fuego', su último disco, del 2019. Y, sobre todo, de los coches de las madres y padres de esos jóvenes de la cola, que dos décadas atrás escuchaban canciones de Estopa de camino al colegio, del mismo modo que David y Jose Muñoz se enamoraron para siempre de Los Chichos, Los Chunguitos y compañía en los viajes en el automóvil familiar desde Cornellà hasta Zarza Capilla, en Badajoz. Por no hablar del paso de los hermanos Muñoz por la fábrica de la Seat.

Porque, en la fila, casi todos los que hay son jóvenes, muy muy jóvenes, centenares de ellos. Tan jóvenes que al recordar su primera vez escuchando a Estopa tienen algún lapsus: "¿La primera vez que escuché Estopa? -se pregunta Anna, de 18 años- Uf, a ver... Los escuché en los diskettes...". Pero su amiga Míriam, de 21, la corrige: "¡En los casetes!". Y algo parecido le pasa a Celia, de 22 años: "La primera vez los escuché en una maqueta", a lo que su madre, Susana, de 53, añade: "Es de los pocos gustos musicales que tenemos en común". Y no es el único caso. "¡Soy muy fan de Estopa!", asegura Candelaria, la persona más veterana de la cola: 76 años. "El último disco lo tengo yo, lo tiene mi hija y lo tiene mi nieta".

Temas de calle

Candelaria está de pie, pero muchos de los jóvenes están sentados en el suelo comiéndose un bocata, bebiendo refrescos o birras y cantando versos de sus ídolos como "Estás más buena que la cerveza / cuando te bebo / te bebo entera...", de 'Fuego', el primer single del décimo elepé de los de Cornellà. Dos chicos del barrio de Sant Ildefons que llevan 20 años compartiendo con el público su peculiar mezcla de rumba, rock y canción. Eso y sus crónicas macarrillas que siguen enamorando a las masas: "Los temas son de calle, temas que al fin y al cabo nos llaman mucho la atención y con los que nos identificados", afirma Nerea, de 22 años.

Como ella, muchos de los que esperan para entrar en el Palau Sant Jordi eran niños o ni siquiera habían nacido cuando, en 1999, Estopa tocaba el cielo con su primer disco. Todos ellos se muestran aliviados de que David y Jose no se hayan apuntado al carro del reguetón y valoran una cosa de los dos hermanos: su autenticidad. "No han cambiado, pero evolucionan siendo coherentes", opina Adrián, de 31 años, a lo que su amiga Isabel, de 22, añade mientras avanza, porque ya se han abierto las puertas: "Me alegro mucho de que no se hayan vendido y de que recuerden quiénes son, cuál es su música y, sobre todo, quiénes les escuchamos. Gente a quien le gusta el pop rock español".

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