CRÓNICA

Bryan Adams, valores seguros en el Palau Sant Jordi

El cantante canadiense dio a sus fans lo que esperaban de él con su recorrido a sus clásicos apenas salpicado con un par de temas de su último disco, 'Shine a light', y combinando registros eléctricos y acústicos

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Jordi Bianciotto

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Sin ser un artista de moda, ni tener un halo de leyenda, ni verse reivindicado por alguna nueva escena, Bryan Adams conserva un tirón por encima de lo previsible. Público que ve en lo suyo una noción fiable del rock, como el que este miércoles acudió al Palau Sant Jordi. La sala no llegó a llenarse, pero los dos tercios largos de ocupación se acercaron a las cotas de convocatoria de los viejos tiempos, cuando estaban en el ambiente sus baladas peliculeras.

Bryan Adams luce a los 60 una especie de eterna juventud, también en su buena forma vocal, y su música no presenta cambios. Rock aseado con destellos de guitarreo fino tramados a dos bandas, en diálogo con el pulcro Keith Scott, como en ‘The last night on earth’, la canción de su último álbum, ‘Shine a light’, que abrió la noche. Escenario desnudo, una larga pantalla de video como telón de fondo y vestuario de negro para todo el quinteto. Puesta en escena que podría haber ilustrado esta crónica con una bonita foto si el artista no hubiera impuesto normas inasumibles para los profesionales gráficos, consistentes en exigir ver las imágenes tomadas y aprobarlas, o no, para su publicación. La medida causó el plante de todos los fotógrafos de prensa.

Jugando con el repertorio

Hace tiempo que Adams no sale de gira para presentar un disco sino para jugar con el conjunto de su repertorio. De ‘Shine a light’ solo sonó otra pieza, la que le da título, y el ‘grandes éxitos’ dominó el temario a partir de la segunda canción, ‘Can’t stop this thing we started’, que condujo a otro clásico, ‘Run to you’. Siempre encontrando la manera de combinar registros: de las baladas proveedoras de suspiros, como ‘Heaven’ y ‘(Everything I do) I do it for you’, a los destellos de rock’n’roll de ‘It’s only love’ (aquel dueto con Tina Turner) y las secuencias desnudas, como ese refrescante ‘When you’re gone’ a voz y guitarra acústica.

El tramo más distintivo respecto a otros conciertos fue el que Adams abrió a peticiones del público, con piezas como ‘In the heat of the night’, versión más suave de lo habitual, y otras más infrecuentes como ‘Tonight’ y ‘I’m ready’. Parcela, con todo, demasiado larga, que acabó restando tensión. Remontando, ‘Summer of 69’, camino de unos bises a través de su versión de ‘I fought the law’ (Sonny Curtis, The Clash), una canción cuya conexión con lo que Bryan Adams representa está pendiente de desvelar, y que condujeron al fundido acústico de ‘All for one’, bajando el tono y cantándonos casi al oído para que volviéramos a estar ahí la próxima vez.