CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Sesión salvaje': reivindicar la iconoclastia

Para los aficionados de la serie B española, el documental constituirá un chute de nostalgia y para los neófitos, la posibilidad de adentrarse en un submundo apasionante y políticamente incorrecto

Beatriz Martínez

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El cine español todavía tiene una deuda pendiente con muchos de los directores que, a partir de los años 70, comenzaron a experimentar con el género desde un punto de vista tan transgresor como lúdico comenzando a asentar los pilares de una industria alternativa. Por eso, Paco Limón y Julio C. Sánchez han compuesto su pequeña y humilde reivindicación a través de un documental que trata de insuflar en vena al espectador el espíritu iconoclasta, gamberro y marciano de algunas de las películas fundamentales para entender desde el fantaterror a otros géneros nacidos a la sombra de la transición como el destape, el cine quinqui o la 'españolada'. En definitiva, todo un crisol de cine políticamente incorrecto que surgió de la necesidad de abrazar la heterodoxia más desenfrenada después del régimen y que sirvió para dar testimonio de los cambios que se estaban produciendo en la sociedad del momento. 

Para los aficionados, ‘Sesión salvaje’ constituirá un chute de nostalgia y para los neófitos, la posibilidad de adentrarse en un submundo apasionante que recorre nombres fundamentales como los de Eugenio Martín (‘Una vela para el diablo’), Amando de Ossorio (‘La noche del terror ciego’), Jordi Grau (‘No profanar el sueño de los muertos’), Juan Piquer Simón (‘Mil gritos tiene la noche’) y por supuesto, Narciso Ibáñez Serrador, Jesús Franco y Paul Naschy.

Entre los participantes encontramos a algunos de los directores que protagonizaron esta corriente subversiva y rostros recurrentes dentro de este submundo, como Esperanza Roy, Antonio Mayans, Simón Andreu o Carmen Carrión, así como nombres que se nutrieron de ese magma referencial, como Álex de la Iglesia o Nacho Vigalondo, así como el propio productor de la cinta Enrique López-Lavigne.