INDUSTRIA DEL ESPECTÁCULO

Madrid golea a Barcelona en musicales

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Marta Cervera

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Mientas en la Gran Vía madrileña los musicales triunfan y lucen enormes carteles luminosos, en Barcelona el Paral·lel se apaga. No hay color entre la oferta de la capital de España y la de la capital de Catalunya. En Madrid destaca 'El Rey León', que alcanza su novena temporada con dos protagonistas catalanes, Pitu Manubens como el malvado Scar y Marc Gómez como Zazú, el pájaro y mayordomo real. Una producción enorme tanto en el aspecto técnico como en el humano que moviliza a 50 intérpretes en cada representación, y a un efectivo ejército de técnicos, maquilladoras y costureras entre bambalinas.

El musical inspirado en el famoso filme de Disney, con música de Elton John y letra de Tim Rice, se ha convertido en una verdadera gallina de los huevos de oro para la división española de la multinacional Stage Entertainment Spain. La anterior temporada tuvo 600.000 espectadores y más de 83.320 provenían de Catalunya. Después de Madrid, Barcelona es la ciudad que aportó más público, seguida de València (30.240) y Sevilla (26.460). Es la obra más rentable de Stage Entertainment en sus 20 años de historia. 

Según un estudio elaborado por Canal Sondeo sobre turismo musical en Madrid en el 2018, el 21% de los turistas españoles que van a Madrid lo hacen para ver un musical. Casi 7 de cada 10 asistentes a musicales (68%) afirman que ir a ver un musical ha sido la razón principal o una de ellas para viajar a la capital. Los musicales en castellano de Madrid vendieron tres millones de entradas según datos del anuario de turismo de Madrid, colocando la ciudad en tercer lugar de más ventas por destrás de Nueva York y Londres. Esta potente industria de la que Barcelona fue pionera en los años 80 y 90 ha florecido y arraigado en Madrid, donde están surgiendo escuelas para formar a los actores que necesitan. Hasta ahora Catalunya había sido una gran cantera con centros precursores como el Coco Comín y Memory, entre otros.  

Artesanía de fibra de carbono

Para Manubens y Gómez actuar en 'El Rey León' es el 'summum'. "Adoro a Scar. Hacer de malo y sádico es muy divertido. Era uno de mis personajes soñados, junto a Javert de 'Los Miserables' y el barbero diabólico de 'Sweeny Todd'", explica Manubens, que desde verano encarna al hermano de Mufasa que usurpa el trono tras provocar la muerte del rey. Antes intervino en musicales como 'Scaramouche', 'Billy Elliot' y 'El jovencito Frankenstein'.  "Al principio me salían los textos de la película", señala. "Crecimos con ella y nos la sabemos de memoria", añade Marc Gómez, que compagina el musical con su trabajo como actor de doblaje. Acaban la función reventados pero felices. "Es superexigente porque interpretamos a seres antropomórficos. A veces somos más humanos, otras más animales", dice Manubens, que ha tenido que acostumbrarse no solo a actuar sino a manejar una máscara con aspecto artesanal que en realidad está hecha de fibra de carbono y que controla con un dispositivo que lleva camuflado en la mano. El papel, como el de los principales protagonistas, requiere un gran despliegue físico y un control del cuerpo considerable más allá de buena capacidad vocal e interpretativa. Gómez, a diferencia de él, debe manipular la marioneta de su personaje. "El control de Zazú es lo que más me cuesta. Hacer que parpadee, que vuele con sentido, que no se quede arrugado. ¡Físicamente es duro! Pero me encanta este personaje porque es irónico y su tesitura vocal se adapta muy bien a mi voz", comenta el actor.

Otros personajes como el del Rey León adulto requieren horas en el gimnasio para estar a la altura y poder dar saltos dignos del rey de la selva. Por si acaso, siempre hay un fisioterapeuta junto al escenario, algo que también ocurre en 'Billy Elliot', otro de los éxitos de la cartelera madrileña montado por SOM Produce. Este también se basa en un filme. No era un musical pero las canciones jugaban un papel importante en esta historia del hijo de una familia minera que cambia el boxeo por el ballet enfrentándose a todo tipo de prejuicios. El principal reto de esta magnífica producción es tener suficientes niños capaces de interpretar un rol para el que además de cantar e interpretar hay que bailar clásica y claqué. Hasta ahora una quincena de niños han pasado por la Academia de Billy Elliot en Madrid, que cuenta con profesores del reconocido centro de Víctor Ullate. Ellos forman a las nuevas promesas, quienes, cuando les cambia la voz, deben dedicarse a otra cosa. Sus seis protagonistas actuales -al ser menores, solo pueden hacer dos funciones a la semana- disfrutan a tope de cada ensayo, que compaginan con el colegio. "Yo no sé si al final me dedicaré a esto o estudiaré Biología", dice Millán de Benito, el más joven de todos los Billys actuales. Tiene 12 años y pone toda la carne en el asador tanto con su cautivadora actuación como intentando superar a sus compañeros en piruetas.

Trasladar este montaje a otra ciudad solo será posible si hay allí tantos niños bien preparados. En ello está la escuela Coco Comín en Barcelona, que desde primavera acoge la escuela Billy Elliot donde se están formando muchos niños, "todos de fuera de Barcelona", indica. Y a partir de este fin de semana también entrarán 40 niñas para nutrir el musical. Es una veterana del musical y muchos de sus alumnos trabajan en Madrid. "El 40% de los intérpretes de musical han pasado o se han formado en mi escuela", calcula.

Público potencial

Comín puso en venta su casa para montar ‘Chicago’ en el Arnau en catalán en 1997. Y ha arriesgado como productora o co-productora en una veintena de montajes. Tiene claro que Madrid golea en musicales a Barcelona. "No podemos competir con Madrid. Los inversores prefieren una ciudad con mucho más público potencial que Barcelona", señala esta entusiasta coreógrafa. Su escuela fue pionera en formar actores de musical como también lo fue Memory. Después vinieron Aules y Eòlia. "Madrid intenta desarrollar este tipo de escuelas", advierte. "Pero aquí tenemos más experiencia formando a actores polivalentes que sepan interpretar, cantar y bailar". La industria del musical está en Madrid. En Barcelona ahora solo Nostromo Live -fundada por los responsables de la productora de cine Nostromo- arriesga con franquicias como 'La jaula de las locas', que actualmente triunfa en Madrid con un gran Llàcer, y 'La tienda de los horrores', que se despedirá del Coliseum el 19 de enero. "En Barcelona solo dispones de unos meses para enganchar al público porque en verano la gente se va a la playa", dice Sellas de Nostromo Live, exdirector del ICIC (Institut Català de les Empreses Culturals). Casi 50.000 espectadores han visto la obra que se estrenó en el Grec. Lejos queda del taquillazo de 'La Jaula', vista por 180.000 espectadores en Barcelona la temporada pasada. Sellas recuerda que la 'semana horribilis' postsentencia afectó a los índices de asistencia de 'La tienda de los horrores' . El musical hará gira por España y temporada en la capital. "El año próximo está previsto estrenar otro gran título", avanza.

Coincide con Comín en la abrumadora superioridad de Madrid. "Un musical grande cuesta entre 2,5 y 3 millones de euros. Para amortizarlo necesitas teatros grandes de más de 1.000 butacas con buena visibilidad y en Barcelona no hay tantos. Tampoco se puede comparar el público potencial de Madrid, una zona metropolitana de 6,5 millones, con el de Barcelona, donde residen de 1,5 millones, 3 si cuentas el área metropolitana".

Falta de industria

Madrid ha sabido explotar su atractivo cultural. "Nosotros no tenemos playa", apunta José María Cámara de SOM Producciones. "El problema de Barcelona no es de público sino de industria. Sin oferta no puede haber demanda", señala César Martínez de Obregón, de la productora barcelonesa Focuse. En Madrid hay varias empresas dedicadas al musical, varias con teatros propios donde solo programan este tipo de espectáculos, incluso en verano. Aunque Onyric no funcionó en el Condal, Focus mantiene su interés por el género con Dani Anglès al frente que ya prepara dos producciones: 'Golfus de Roma', el año próximo, y 'Big Fish', para el 2021. 

Las adaptaciones de títulos famosos del cine suelen ser una apuesta segura. Ahí están 'Ghost', 'Anastasia', 'West Side Story', 'Dirty Dancing'... Pero también han surgido otros proyectos como 'El Médico' y ya se están gestando otros como 'Los pilares de la tierra', basado en la novela homónima de Ken Follet. Y, aunque las creaciones originales no abundan, se está un gestando un musical sobre Lola Flores, 'la Faraona'. No solo de Broadway y el West End viven los musicales de Madrid.

Mediano y pequeño formato

En Barcelona, los creadores se centran en obras de mediano y pequeño formato. Están en cartel 'Maremar' en el Poliorama, la última apuesta de Dagoll Dagom, que vendió el teatro Victòria al Mago Pop. Els Pirates -interesante compañía que gestiona El Maldà- está a punto de estrenar 'La Mascarada', en el Akadèmia. 'Una habitació buida', atractiva propuesta surgida de Eòlia con música de Clara Peya y texto de Marc Artigau, acaba funciones este domingo en el Maldà. Y la directora Míriam Escurriola ultima 'Fins els Nadals' en el Club Condal, única obra musical prevista esta temporada por Focus estas navidades en el otrora Onyric. El Teatre Gaudí Barcelona, por su parte, ultima 'Dos divas y un destino' y la sala Barts, siguiendo la tradición de las últimas temporadas, vuelve a contar con 'El Petit Príncep', convertido casi en clásico navideño gracias a su éxito entre pequeños y mayores.