CRÓNICA

The Stems, todopoderoso entusiasmo

El grupo del australiano Dom Mariani avivó su añejo rock garajero en la sala Upload

zentauroepp51227758 icult191205124447

zentauroepp51227758 icult191205124447 / periodico

Nando Cruz

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"¡Las manos fuera de los bolsillos! ¡No estéis cruzados de brazos! ¡Sentid el ritmo!". Parecen órdenes, pero son una sincera invitación a entregarse por completo a la música. Demasiado a menudo el público acude entusiasmado a actuaciones que para los músicos son solo una noche más. Pero aquí la historia es otra: la banda está entusiasmada y desea que el público exprima al máximo esta noche de jueves. Y no lo dice buscando su beneficio, sino el del público.

Lo insólito del caso es que quien lanza estas proclamas no es un ingenuo principiante, sino un veterano del power pop garajero. Es el australiano Dom Mariani y tiene 61 años. Editó el primer disco de The Stems en 1987 y tardó más de 15 años en grabar el segundo. El de hoy no es, ni de lejos, su debut en Barcelona. Hace año y medio ya actuó en esta misma sala. A pesar de todo ello no hay el más mínimo rastro de 'déjà vu' en su mirada y sus gestos. El concierto está planteado y ejecutado como un despampanante y cegador aquí y ahora.

"¿Os gustan los Beatles? Nosotros los adoramos. Por eso no nos atrevemos a tocar canciones suyas. ¡Haremos una de los Byrds!", anuncia Mariani. Y su ‘Feel a whole lot better’ acentúa aún más si cabe la sensación de plenitud de una banda disfrutando al máximo de su oficio. He aquí un tipo que formó su primer grupo hace casi 40 años y que hace tres días aún aseguraba que su mayor orgullo como músico fue telonear a John Fogerty. He aquí un tipo que hoy estará afrontando el concierto 3.500 de su carrera y que, en cambio, actúa como si tuviese que asegurarse el futuro en este oficio en cada punteo, en cada aullido.

La media de edad del público ronda los 50. Muchos han desafiado su rutina semanal para reencontrarse con aquella vieja sensación de asistir a un concierto de rock. Y, aunque a veces el tiro salga por la culata, esta vez han acertado de pleno. Se ha hecho evidente desde el arranque con ‘I see everything’ y quedará más patente cuando el cuarteto enlace el primer single de su carrera, ‘Make you mine’, con el ‘Baby please don’t go’ que popularizaron los Them de Van Morrison. La suya data de 1985. La otra estalló en 1964, aunque la grabó el 'bluesman' Big Joe Williams en 1935. Hoy suenan primas hermanas. El rock será naftalina o dinamita según la actitud con que lo abordes y lo desbordes.

Hora y media después de salir a escena, todas las corrientes y curvas de tan caudaloso recital desembocan plácidamente en ‘At first sight’, la canción que les dio la fama. Eso fue hace más de tres décadas y a más de 14.000 kilómetros, sí, pero la llama de una leyenda, por discreta que sea, no se extingue si sus portadores quieren y saben mantener vivas las ascuas noche tras noche.