CRÓNICA

Hot Chip, todo un festival de concierto

La banda dance-pop londinense afianzó su leyenda en Razzmatazz con un repaso a sus mejores viejos y nuevos clásicos

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Juan Manuel Freire

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Tras su conversión de grupo casi intimista a máquina de pop bailable, los londinenses Hot Chip se convirtieron en comodín de festivales; el grupo al que había que llamar si querías asegurar fiesta no exenta de idiosincrasia. El público se ha acostumbrado a verlos en ese contexto, pero eso no quiere decir que no estuviera dispuesto a pagar una entrada de precio considerable para verlos a ellos y solo a ellos: las entradas para el viernes en Razzmatazz se agotaron.

Y no hacía falta entrar en la web de la sala para conocer el dato. Incluso antes de iniciarse el verdadero guirigay, el clima era de sauna, algo que los elaborados ritmos e intensos estribillos de la tropa liderada por Alexis Taylor solo ayudó a empeorar. Primer asalto: 'Huarache lights', gran medio tiempo sobre salir de noche, adorar tus bambas Huarache Light… Y también sobre hacerse mayor. Así son ellos: amantes del pop y el frenesí sin miedo a introducir reflexiones melancólicas en sus letras; a reconocer su edad ante un público que, a decir verdad, tiene la misma que ellos, entre treintaymuchos y cuarentaypocos.

El reciente álbum 'A bath full of ecstasy', otro hito de su discografía, es ante todo una lección de optimismo; una llamada al amor colectivo en la que canalizan influencias sonoras y espirituales de la música rave de los 90. De este, Taylor y sus seis colegas (más orgánico no podía sonar todo) recuperaron primero el curioso medio tiempo que le da título, dejando para más adelante los verdaderos aciertos: 'Hungry child', 'Spell' (en un principio compuesta para Katy Perry), 'Positive' y, cerca del final, 'Melody of love'.

Todo muy bien recibido, pero no tan bien, claro, como sus viejos clásicos, que son multitud. Poco después del arranque ya se marcaron una 'One life stand' de sonido envolvente. 'Night and day' resultó, si cabe, todavía más maníaca que en su versión grabada. Para la enorme 'Flutes', con ese maravilloso 'sample' de canto infantil callejero, se marcaron una coreografía en fila. Con 'Boy from school', los fans no cantaban sino aullaban; o incluso gemían, llegado el momento en que se ralentizó al estilo del clásico house 'French kiss' de Lil' Louis. Y no, nadie estaba preparado para una 'Ready for the floor' tan fresca como la primera vez.

Para el bis se guardaron un poco de todo: R&B lento con 'Look at where we are', rap-punk con su versión (absolutamente clavada) del 'Sabotage' de Beastie Boys y un poco de house detroitiano con 'I feel better'. Todo un festival de concierto.