ENTREVISTA

Miqui Puig: "Si no hay una buena canción, no hay partido"

El exlíder de Los Sencillos muestra en Almo2bar su nuevo manifiesto pop, '15 canciones de amor, barro y motocicletas'

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Jordi Bianciotto

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Tras casi una década sin entregar composiciones nuevas, Miqui Puig tomó impulso con ‘Escuela de capataces’ (2017) y reincide ahora con '15 Canciones de amor, barro y motocicletas', el esbelto álbum que presenta este viernes, arropado por su grupo, ACP, en Almo2bar (Cicle Indiscret).

Siempre ha tenido una tendencia a la melancolía, y aquí vuelve a apreciarse.

Es algo innato, entiendo, pero lo ve más la gente de fuera que yo. A veces me preguntan: ¿por qué no vuelven Los Sencillos?

Se lo propuso el festival Blues & Ritmes.

Y me habría hecho mucha ilusión. Los Sencillos tocamos en el Blues & Ritmes en 1992, el mismo día que murió Camarón, y tengo un recuerdo muy especial. Pero dos miembros del grupo no lo vieron, y no tendría sentido volver sin la formación original. Ahora toco canciones de Los Sencillos: me cuadran y es un pequeño regalo para los seguidores de toda la vida. Pero eso de la nostalgia... En ‘Comic’s’ hay un personaje que habla del pasado y el otro le dice “vale, pero éramos unos pardillos”. Pues eso. Yo no quiero volver a mis 18 años, ni 24, ni 32. Ni de coña.

¿Hace pop adulto?

No sé, hago canciones pop. ‘Doulton’ habla de los lunes por la mañana. Los anteriores discos eran más de resaca de sábado, de domingo..., y ahora quizá estamos en un momento más de reposo y de calma.

Pero no se ve pasándose al jazz o la canción de autor.

No, porque siempre he sido consciente de mis cualidades: hacer canciones pop con estribillos redondos. Y cada vez me siento mejor en la música de baile, y cada vez me interesa más David Byrne. Cuando le ves tocando en el Cruïlla BCN, te dices “sí se puede”.

El disco está concebido como una sesión continua.

A partir de la idea de la cinta, lo que ahora se llama ‘mixtape’. ¡En los 80 ya se hacía con las casetes! Canciones enlazadas sin parar, como concebimos también los conciertos, sin dejar de tocar. Las canciones hay que dispararlas y ya está; no hay que explicarlas mucho.

Su grupo se llama ACP, Associazione Ciclistica Popolare, y en el disco hay un tema titulado ‘Regolarità’. ¿De dónde viene esa italianofilia?

De los amigos, de escuchar música italiana. Francia e Italia nos ganan en concepto pop. En Francia, Étienne Daho es una figura pop y no lo discute nadie. Y la música italiana me gusta mucho: Battisti, Celentano...

Hay canciones del disco que vienen de atrás y que no había grabado hasta ahora, como ‘Raros’.

De ‘Raros’, la letra. También ‘Doulton’ y ‘Chill out’. Las mandé a los miembros más nuevos de la banda para ver qué les parecían. Me interesa lo que hacen los hip-hoperos y los souleros de ahora, que no tienen prejuicios para que una parte de la canción sea de una manera y otra, totalmente diferente. Aunque para radiarlo es una putada. Pero escuchas a Blood Orange o Tyler the Creator y lo ves.

Guillem Gisbert (Manel) habla de esas canciones en las que no sabes qué puede ocurrir.

Creo que estoy muy cerca de él. Y cuando oí el nuevo disco de Manel pensé que estamos haciendo casi lo mismo, experimentando con ritmos, texturas y melodías.

Pero usted vivió la primera gran ola hip-hop, la de De La Soul o Public Enemy. ¡Hace 30 años!

Claro, ¡y me vestía así! En un viaje a París descubrí Radio Nova, que entonces era pirata, y comencé a comprar discos de soul y hip-hop. Bob Stanley (Saint Etienne) ha sacado ahora un recopilatorio de aquello, la ‘daisy age’, que era muy ‘flower power’. Todo eso me pilló, como el house, el breakbeat...

Y todo eso conduce hasta el trap.

Totalmente. Ahora tengo una pelea importante con gente de mi quinta. Les digo: “oye, te has convertido en tu padre, ¿no?”. Se rebotan: “¿que quieres decir?”. Pues que cuando escuchábamos pospunk nos decían que era una mierda, etcétera. Lo tonto sería que yo ahora me pusiese a hacer un tema de trap.

Morrissey, si fuera español, ¿votaría Vox?

¡Seguro! Está loco, los dos últimos discos ni los tengo, porque me he enfadado tanto con él...

¿No puede separar la admiración musical de la ideología?

Es que está todo el rato diciendo tonterías. Hubo un momento en que su provocación era guay. Era un provocador nato. Pero ya me gustaría estar todo el día incendiando las redes teniendo detrás todo el catálogo de The Smiths. ¿En cuántas películas, anuncios..., han sonado esas canciones? Si estuviera aquí haría algo con la Falange, seguro. En cambio, unos que a medida que se hacen mayores son cada vez mejores son los Pet Shop Boys. Hasta sus descartes son mejores que muchísimas cosas que suenan por ahí.

El año pasado fue profesor de cultura musical en ‘OT’. ¿Le ha traído eso nuevos fans?

Conseguí nuevos seguidores que no entendían nada. Porque una cosa es el Miqui Puig que hace radio y televisión, y otra el que hace canciones. Me apunté porque era muy chulo: dar clases de música, cultura pop... Pero, al final, se me ha acercado gente joven que no entiende qué hace un señor de 50 años con una ‘bomber’. Sería tonto que yo ahora tratara de captar ese público. No me toca.

Tuteló la primera fase del lanzamiento de Amaia. ¿Cómo ve su evolución?

Tiene talento, pero en el disco hay demasiadas influencias y todo lo que la rodea es muy extraño. La industria sigue mandando: acabas viendo vídeos espectaculares de canciones flojas. Las mejores del disco son las de Núria Graham. Y si no hay una buena canción, no hay partido. Solo queda la mercadotecnia.

La canción pop con una melodía emocionante, ¿nunca estará en crisis?

¡Para nada! Además, al final, los hip-hoperos, los souleros... ¡todos hacen canciones de amor! De amor y de desamor. Y tendrán su rapeado, pero cuando lo petan es cuando tienen una buena melodía.