CRÍTICA DE CINE

'The farewell': la mentira como acto de amor

Impecable la habilidad de este filme para oscilar constantemente entre la tristeza y la hilaridad, a veces en el transcurso de una misma escena

Estrenos de la semana. The farewell

periodico

Nando Salvà

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Basada en un episodio autobiográfico, la segunda película de la directora Lulu Wang retrata a una familia que se reúne para darle el último adiós a la abuela, que padece cáncer de pulmón terminal, aunque ocultándole a la anciana su propia enfermedad. Y lo hace demostrando paciencia y buen ojo para el detalle, dejándonos inferir cómo se relacionan entre sí los diferentes miembros de la prole y lo que significan los unos para los otros, concediéndole a cada uno la posibilidad de brillar y de revelar historiales y emociones complejos, y asimismo recordándonos que las buenas películas sobre la familia a menudo también son una oda al buen comer.

En el proceso Wang mantiene un tono ligero, echando mano de cierta jovialidad melancólica y un sentido de la ironía que en todo caso permanecen conectados con la difícil situación que atraviesan los personajes. Si por un lado no hay búsqueda de la risa fácil, por otro tampoco hay manipulación emocional ni el tipo de catárticos clímax previsibles en este tipo de historias; que a pesar de ello la película logre conmover como lo hace es una prueba de su capacidad para involucrarnos en su mundo, y en el dilema ético que azota a cada uno de los personajes: ¿es correcto mantener el secreto, o debería ser desvelado? Parte de la sofisticación de 'The Farewell' es que se niega a pronunciarse al respecto.

En cambio, sí habla de muchas otras cosas: los conflictos entre generaciones, la importancia de la tradición, la experiencia de los inmigrantes, la inevitabilidad de la pérdida y cómo nos preparamos los unos a los otros para ella y cómo, a menudo, nuestras vidas y nuestras relaciones se sostienen gracias a las mentiras que nos contamos mutuamente. Y, mientras lo hace, exhibe la impecable habilidad para oscilar constantemente entre la tristeza y la hilaridad, a veces en el transcurso de una misma escena. ¿Y no se distinguen las mejores reuniones familiares precisamente por eso?