TOPONIMIA MUSICAL

Mano Negra y la patchanka del Chino

El grupo de ska y punk nace en los 80 en uno de los momentos de márketing urbanístico más potentes de Barcelona

Manu Chao, líder de Mano Negra.

Manu Chao, líder de Mano Negra. / periodico

Lucía Lijtmaer

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Barcelona en 1988. Freddy Mercury publica un single de tintes operísticos junto a Montserrat Caballé que lleva el mismo nombre que la ciudad. La canción, que se convertirá en el himno oficial de los Juegos Olímpicos, será reeditada previamente a su celebración, dando paso oficialmente a una de las mayores operaciones de márketing urbanístico de la ciudad.

Barcelona en 1988. La campaña de comunicación del Ayuntamiento “Barcelona, posa't guapa” entra en su fase de apogeo. La campaña, entre otras cosas, se centró en rehabilitar fachadas y en embellecer las paredes medianeras que habían quedado a la vista en las incesantes obras y tras los distintos cambios en la regulación urbanística. Y creó una unión peculiar entre ayuntamiento e intereses privados: la financiación particular provocó ciertas derivaciones publicitarias, lo que supuso algunas críticas al consistorio.

En ese contexto, un grupo de punk y ska de nombre anarquista, con influencias rumberas y flamencas aparecen primero con un pegadizo himno fatal, 'Mala vida', a la que le sigue una canción anfetamínica, 'Indios de Barcelona'. Llegó la Mano Negra, dispuesta a arrasar la ciudad. La primera canción despunta, la segunda es un perro verde: realizada con poco presupuesto, recitada a toda velocidad en una mezcla de inglés y castellano, advierte a los gringos que llegan a la ciudad que estén dispuestos a dejarse el alma o la vida entre la calle Sant Pau y el puerto. El mito de la ciudad canalla que recibe a los marineros está plenamente vigente en un videoclip 'low cost' realizado en un bar, regado con cerveza y risas, en el que los integrantes del grupo se debaten entre tomar cañas y robar carteras en el Parc Güell.

La pachanga de Mano Negra, rebautizada como patchanka, bien merece un recuerdo de cuando el centro de Barcelona se convirtió en un terreno de disputa, cuando era otra cosa muy distinta pero no tan lejana, con pósters de los Suaves en las paredes, advirtiéndonos, desde la resistencia pirata, de lo que estaba por llegar. Advirtiéndonos que “el barrio chino never fails to rock”.