LOS DISCOS DE LA SEMANA
Crítica de 'Jesus is king', de Kanye West: renacer más espiritual que artístico
Juan Manuel Freire / Ignasi Fortuny / Jordi Bianciotto / Roger Roca
Hace tiempo que de Kanye West solo se puede esperar cualquier cosa. Durante una buena temporada –entre el 2007 y el 2016–, fue para bien: el rapero y productor, especializado durante un tiempo en un hip hop de exultantes coros góspel y grandes arreglos de cuerda, hizo importantes cambios de sentido en cada disco, siempre acertando, sorprendiendo e incluso adelantándose a su época. La cumbre fue el filopunk 'Yeezus' del 2013. La sima llegó en el 2018: 'Ye', un supuesto álbum, en realidad muy corto, en el que lo salvable sonaba a refrito y lo novedoso a resbalón.
'Jesus is king', el varias veces anunciado y retrasado 'disco góspel' de este genio en tela de juicio, no mejora en exceso la situación, pero contiene más huellas de la antigua brillantez que el corto pero interminable 'Ye'. Buenas ideas, sobre todo, a nivel de producción. Líricamente, el disco es algo desconcertante: West dice haberlo hecho "para ser una expresión de la palabra de Dios y para compartir el evangelio y la verdad de lo que Jesús me ha aportado". Es la obra, sí, de un cristiano renacido, un antiguo productor de los premios Pornhub convertido en guía moral.
Todavía un productor dotado
Algunas de las críticas más apresuradas despacharon 'Jesus is king' y lo dejaron en poca cosa con celeridad, como se hace casi todo ahora mismo, cuando no manda la opinión más mesurada sino la más rápida o gritona. Y aunque el disco dista de ser ninguna maravilla, no se puede negar que nos recuerda las dotes de West como productor. Inspirado por sus propios eventos Sunday Services, especie de 'jam sessions' religiosas que empezaron siendo privadas y después llegó a presentar en Coachella, ha cocinado una combinación de góspel, rap y depurados beats experimentales que a veces puede funcionar a la perfección. 'Selah' es el primer impacto: esos 'beats' como portazos cortan la respiración. 'Closed On Sunday', con la voz de West en primerísimo plano, nos devuelve a la melódica emotividad de '808s & heartbreak' (2008). 'Use this gospel' es especial por contener tanto la reunión del dúo Clipse como un solo de saxo de… Kenny G, quien puso música al último San Valentín de Kanye y Kim.
Menos estimulantes son, desde luego, las letras, insulsas odas al cristianismo y a la pureza espiritual: "Escucha las palabras que te digo/ Jesús me salvó/ Ahora estoy sano", nos explica en 'God is' con poca capacidad de convicción. Particularmente insalvable es la letra de 'Closed on Sunday', en la que se permite cargar contra el libertinaje de Jezabel. Se salva, quizás, la de 'Follow God', por recordar en su sentimiento combativo al material de 'Yeezus'. Es triste y revelador que el mayor escalofrío llegue con una referencia a ese disco del 2013: el guiño al clásico 'On sight' incluido en el poema épico de redención 'Hands on'. JUAN MANUEL FREIRE
OTROS DISCOS DE LA SEMANA
Siempre es una buena noticia la publicación de material del añorado Lil Peep. En este epé (anunciado hace dos años poco antes de su muerte) de tres canciones delicadas, destaca su imponente especial sensibilidad para escribir sobre sus dificultades de encontrar la paz mental y establecer relaciones afectivas sinceras. Por eso se le echa tanto de menos. IGNASI FORTUNY
Sexto disco de Van Morrison en cuatro años y subiendo el listón. Obra cálida y vibrante en la que el norirlandés hace suya la definición del country de Harlan Howard: la suma de "tres acordes y la verdad". Material fresco, que fluye con sentido del confort y un tenue misticismo. Rescate de Jay Berliner (cómplice en ‘Astral weeks’). JORDI BIANCIOTTO
Después de ‘El último hombre en la Tierra’ (2016) cabía esperar nuevos pasos en torno a un pop adulto y orquestado, y ‘¿Revolución?’ los ofrece al tiempo que juguetea con el funk y el impulso urbano (un rap de Kase.O envuelto por la Sinfónica de Bratislava). Jugoso diálogo entre solemnidad y tacto libidinoso. Malla sigue en racha. J. B.
Halvorson, una de las guitarristas más singulares de la música improvisada, y Dieterich, guitarra en la banda Deerhof, ponen en común sus saberes en una colección de casi-canciones instrumentales que cubren un amplio espectro de estados de ánimo. De lo más tierno a lo más tenso, de la nana al estallido, aquí hay de todo menos rutina. ROGER ROCA
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