CRÓNICA

Mark Lanegan abortó su concierto en Apolo por problemas de sonido

El veterano rockero Mark Lanegan se marchó del escenario tras lanzar el micro al suelo por los reiterados fallos de sonido del concierto, enmarcado en el Cruïlla de Tardor

Mark Lanegan, en la sala Apolo

Mark Lanegan, en la sala Apolo / periodico

Juan Manuel Freire

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cómo es la vida. Justo cuando el veterano rockero Mark Lanegan venía a presentarnos su disco más festivo y directo, 'Somebody's knocking', en el que por momentos hasta se dirige con decisión a la pista de baile, los astros se pusieron en su contra para convertir aquello en un funeral. En la sala Apolo, el lunes pasado, esta noche del ciclo Cruïlla de Tardor empezó con algarabía y siguió con importante calor humano, pero acabó con gente rellenando hojas de reclamaciones.

Tras el pase como telonero de Simon Bonney (ex Crime & The City Solution), quien exhibió fase folk y crepuscular en compañía de su esposa, la cantante-violinista Bronwyn Adams, Lanegan tomó el escenario de Apolo sin dirigirse al público, algo que, de hecho, tardó en hacer unas cuantas canciones. A su lado, una experta banda de cinco que casi calcó el sonido del álbum 'Somebody's knocking', depuración del electro-rock con vistas a krautrock y pop gótico que el antiguo cantante grunge practica desde hace una década y media.

Arrancaron con las dos primeras del disco, la rockabilly 'Disbelief suspensión' y esa 'Letter never sent' de estribillo coreable cerveza en mano. El ambiente se volvió opresivo con 'Nocturne', saludo a los Depeche Mode más oscuros, pero poco después, con 'Stitch it up', regresaba el nuevo e inusualmente festivo Lanegan. Gran alarde vocal en 'Burning Jacob's ladder', sobre todo durante una parte final de 'crooning' descarnado. Tras 'Beehive', por fin, el primer "gracias".

Desde el segundo tercio del directo previsto, el sonido había empezado a fallar: cortes y saturaciones que a la altura de 'Bleeding muddy water' eran realmente preocupantes. Se pudo salvar 'Deepest shade', recuperada del repertorio de The Twilight Singers (el proyecto de Lanegan con Greg Dulli, de The Afghan Whigs), pero 'Ode to sad disco' cayó víctima de los desajustes. 'Harborview hospital' nunca llegó a despegar, y Lanegan acabó lanzando el micro contra la pared y saliendo del escenario para no volver.

Minutos de suspense después, tocó a Jordi Herreruela, director del Festival Cruïlla, dar la mala noticia: se acabó la fiesta. Lanegan había decidido cancelar el concierto. "Hay discrepancias entre artista y sala sobre quién tiene la culpa [de los problemas de sonido], pero hay que respetar la decisión del artista". No dio tiempo, por tanto, a disfrutar de 'Penthouse high', punto fuerte de 'Somebody’s knocking', ni tampoco la muy New Order 'Floor of the ocean'. Falta saber cómo compensará el festival a los damnificados.