NUEVA EXPOSICIÓN

Las bambalinas de Tàpies

La Fundació Tàpies presenta 'Antoni Tàpies. Teatre', sobre la fascinante relación del maestro con las tablas

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Mauricio Bernal

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La carta la escribió el 16 de octubre de 1971 el director de la Deutsche Oper Berlin. Su destinatario era Antoni Tàpies. "Querido maestro: el 25 de septiembre tuvimos la premier de una nueva representación de 'Don Giovanni'. Lamenté mucho que haya rechazado hacer la escenografía para esta ópera. No sé por qué, pero tengo la convicción de que la colaboración con usted podría dar al teatro musical nuevas experiencias de gran importancia" Puesto que no perdía la esperanza, a renglón seguido le proponía trabajar en la escenografía de 'El pabellón de oro', de Yukio Mishima, a lo que Tàpies respondió en otra carta, fechada el 9 de noviembre, que sí. Se ignoran las razones por las que el proyecto no llegó a buen puerto.

La muestra reconstruye la relación de Tàpies y el teatro a través de cartas, fotos, programas, octavillas, recortes de prensa, esbozos...

Las dos cartas están exhibidas en la exposición 'Antoni Tàpies. Teatre' que la Fundació Antoni Tàpies inauguró la semana pasada y que estará abierta al público hasta abril. "Una exposición que suma a la lectura de Tàpies’ –señaló el director de la institución, Carles Guerra–. Presenta la relación que Tàpies mantuvo con el ámbito del teatro, y es una relación que arrojó unos resultados extraordinarios". La muestra presta especial atención a los cinco proyectos teatrales en los que participó el artista barcelonés en condición de escenógrafo, 'Or i sal' (1961), 'Semimaru' (1966), 'L'armari en el mar' (1978), 'Johnny va agarrar el seu fusell' (1989) y 'L'Éboulement' (1982), esta última en París. Su participación en las tres primeras es representativa de su voluntad de sumarse a la renovación del teatro catalán, entonces deseoso de respirar el mismo aire que la vanguardia teatral europea tras años de lastre franquista.

Magia, ópera, marionetas...

La relación de Tàpies con el teatro trascendió estas colaboraciones y tuvo capítulos de naturaleza íntima y –mal mirado– morbosa, como las llamadas "sesiones de caligarismo", espectáculos privados tipo cabaret que coronaban las veladas entre el grupo de amigos de Tàpies. Bien en el estudio de Modest Cuixart, bien en la casa de Leopoldo Pomés, Tàpies y compañía (Joan Brossa, Joan Ponç, Pere Portablella, los dos anfitriones) se entregaban a representaciones a las que bastaban modestos toques de maquillaje y vestuario para la creación de un universo paralelo, que es lo que hace el teatro; amén de, por supuesto, la capacidad de cada uno de hacer de alguien distinto. Portabella, cuenta la exposición, se transformaba en bailarín profesional, Brossa en prestidigitador y Tàpies en "un personaje vociferante y espasmódico que emitía unos grandes aullidos". Quién hubiera estado allí.

La exposición echa un vistazo a las sesiones de 'caligarismo' que Tàpies llevaba a cabo con sus amigos cercanos

"Evidentemente, las escenografías no fueron hechas para durar, pero el material recopilado intenta reconstruirlas", explicó la comisaria de la muestra, Núria Homs. "Además, se incluyen obras que tienen una fuerte relación con su trabajo escenográfico, y que muestran el ligamen entre su obra personal y su obra para el teatro". Lo efímero es sino de gran parte del trabajo teatral, de modo que para profundizar en esta faceta de Tàpies el museo ha echado mano de fotos, recortes de prensa, cartas, octavillas, esbozos, material documental, programas, muchas piezas en general que jamás se habían exhibido. La exposición abunda en la relación Tàpies / Teatro en todas su facetas, incluidas la magia, la ópera y las marionetas. Y ya que empezamos con una obra que nunca que hizo, terminemos con una que sí: Teatre de l’Alliança. 17 y 18 de junio de 1966. 11 de la noche. 'El petit i el gran testament'. Montaje teatral. Dirección: Lluís Solà. Decorados: Antoni Tàpies.