CRÓNICA DE CONCIERTO

Marco Mezquida y Chicuelo, un mismo latido

El pianista y el guitarrista ahondaron en su conexión en el estreno en Barcelona del disco 'No hay dos sin tres'

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Roger Roca

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A su primer disco iban a llamarlo 'Gloria bendita', pero les pareció que con ese nombre costaría de vender en el extranjero, confesó el viernes Marco Mezquida, medio en broma, medio en serio, al público que llenó la 2 del Auditori. Así que se quedaron con otro nombre, 'Conexión'. Bastante más aséptico, sin duda. Mucha menos magia. Pero es difícil dar con una mejor definición de lo que comparten el pianista menorquín y el tocaor de Cornellà Juan Gómez 'Chicuelo'. Conexión, porque han encontrado un lenguaje que es de los dos. Conexión, porque contra lo que podría haber sido, su dúo de piano y guitarra no consiste en un toma y daca para retarse a ver quién lo hace más bonito, sino en preguntarse hasta dónde pueden llegar juntos. 

Su dúo tampoco son dos. De ahí el título, 'No hay dos sin tres', del disco que presentaban el viernes dentro del 51º Festival Internacional de Jazz de Barcelona. El tercero es el percusionista de Reus Paco de Mode, que no figura en las portadas de los discos pero es pieza clave de un engranaje de metales y maderas en estado de gracia. La idea de 'Conexión', publicado en el 2017, ya era buena. Pero sea por las horas de conciertos juntos -más de ochenta-, sea porque quedaba campo por recorrer, en 'No hay dos sin tres' parece aún más natural, menos fusión de músicas y más idioma propio. Chicuelo, que tocó bonito incluso cuando afinaba la guitarra, dijo que Mezquida era su "media naranja". Mezquida, que tocar con Chicuelo "es deslumbrarse". Agasajos típicos de artistas para con sus compañeros, pero que en el Auditori sonaban a verdad. ¿Cómo si no se explican todas esas melodías al unísono? ¿O que la intensidad de la música crezca y disminuya con la facilidad del respirar? O esos solos que no son solos, sino conversaciones en las que ahora suena más clara una voz, ahora la otra.

Lo flamenco manda, por compás y por colores, pero lo no tan flamenco encaja con mucha naturalidad en su lenguaje. Sonó una nana y se oyeron ecos de Brasil, del Caribe y de sardana. 'Sin espinas', que arranca con una cita a la célebre 'La santa espina' de Enric Morera, es, dijo Mezquida, "una declaración de principios. Un decir que pueden casar una sardana y una bulería, ¿por qué no?", preguntó con intención el pianista. Por cómo lo dijo, por el breve silencio que se hizo a continuación y por los aplausos, que fueron subiendo y subiendo, todo el mundo entendió que en realidad hablaba de otra cosa, de otro tipo de acuerdo que no es musical. Aunque velada, fue la única referencia a la convulsión del mundo exterior. El único momento en el que que la sala 2 Auditori dejó de ser un lugar de ensueño.