RING LITERARIO (8)

Mary McCarthy contra Lillian Hellman

Dos mujeres rencorosas pasan una vida entera de pelotera (por culpa de Stalin y otras nimiedades). McCarthy ríe mejor, y encima ríe la última

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Kiko Amat

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Hay parejas de escritores que parecen nacidas para litigar. Las autoras gringas Lillian Hellman y Mary McCarthy eran el yin y el yan, Bender y Flexo, Israel y Palestina, Ebony and Ivory (solo que sin 'perfect harmony'). La gemela buena y la gemela mala. Ustedes deciden quién era qué.

Aunque las dos eran 'izquierdistas', la McCarthy era una 'troska' que condenó el régimen soviético cuando 'Tío Joe' empezó a amontonar fiambres, mientras que la Hellman se fue de visita a Moscú en plena escabechina, encontrándolo todo de su agrado. Lilian escribía obras sacarinosas para Broadway, Mary masacraba bodrios como crítica teatral. La infancia de Mary hace que 'Oliver Twist' parezca una canción de Els Catarres (cuando ganó un concurso de redacción a los diez, su tía adoptiva le pegó una paliza para que "no se creyese mejor de lo que era"), mientras que Lilian era la princesita de papito. 

En visión tampoco coincidían. McCarthy era una realista 'hardcore' que pintaba lo purulento y reservaba el mejor vitriolo para su gollete (es imposible leer sus memorias sin apartar la mirada, como haríamos con la colonoscopia de la suegra). La Hellman, por el contrario, se esmeró en aplicar chispitas de confitería a su CV. Pasó del teatro a las memorias (disciplina dudosa para una trolera inveterada), reinventándose en heroína trágica. En 'Pentimento' llegó a afirmar que había colaborado con la resistencia austriaca, lo que era bola de principio a fin (Jane Fonda se la tragó, y le dedicó al tema una película entera, 'Julia').

Con tales antecedentes no es de extrañar que, cuando a McCarthy le preguntaron en TV a quién consideraba la autora actual más sobrevalorada, respondiese que Lilian Hellman, porque era "una escritora mala, una escritora deshonesta, aunque en realidad pertenece al pasado". Luego pronunció uno de los desprecios más inspirados del pique literario: "Cada palabra que escribe es mentira, incluyendo 'y' y 'el'".

Cuentan que la Hellman se carcajeó al escucharlo, pero a los pocos minutos temblaba apopléjica. A la mañana siguiente le endiñaba a su némesis un pleito por calumnias ("le voy a enseñar un par de cosas"), con la intención de mandarla de culo a la bancarrota (esa es otra: la Hellman estaba fo-rra-da).

Así como en el famoso pleito 'Morrissey vs. Los Otros Smiths' nadie pareció divertirse, en 'McCarhty vs. Hellman' las dos viejas grullas lo pasaron de fábula. Era su destino en lo universal (su primer moco había tenido lugar en 1948). Fue todo un fastidio que Lillian espichase a los cuatro años de querella. McCarthy rubricó su epitafio con el amor habitual: "Yo no quería que muriese. Quería verla perder el juicio".