CRÍTICA DE CINE

'Día de lluvia en Nueva York', de Woody Allen: un autor a destiempo

Woody Allen recicla varios clichés propios para tejer un relato que ni explora su potencial melancólico lo suficiente para funcionar como drama ni contiene una cantidad mínima de chistes buenos para hacerlo como comedia

Estrenos de la semana trailer de 'Dia de lluvia en Nueva York' del 2019.

Estrenos de la semana trailer de 'Dia de lluvia en Nueva York' del 2019. / periodico

Nando Salvà

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Si se divorcia 'Día de lluvia en Nueva York' de la controversia que rodea a Woody Allen -que a él lo ha abocado a un litigio con los estudios Amazon, y a la película a no ver la luz en muchos países del mundo, entre ellos Estados Unidos-, ¿qué queda? Otra de esas comedias olvidables que el cineasta parece dirigir con los ojos cerrados y sin lamentarque el resultado final esté a años luz de las que solía hacer en sus buenos tiempos. 

Sobre la película, que se inspira en 'El gran Gatsby' y 'El guardián entre el centeno' para hablar de una pareja de jóvenes amantes envueltos en una serie de desventuras románticas, queda en evidencia la incapacidad de Allen para entender el mundo actual. Primero, porque transcurre en una realidad alternativa en la que los 'millennials' se comportan como gente de mediana edad de los años 50, y hablan usando citas a Cole Porter y 'Guys and dolls'. Segundo, porque trata los avances románticos de hombres maduros sobre su joven protagonista femenina como si fueran algo gracioso.

Por lo demás, 'Día de lluvia en Nueva York' recicla varios clichés allenianos -un alter ego neurótico y petulante, un trillado triángulo amoroso, varias reflexiones filosóficas de saldo, nostalgia por una versión idealizada de la Gran Manzana- para tejer un relato que ni explora su potencial melancólico lo suficiente para funcionar como drama ni contiene una cantidad mínima de chistes buenos para hacerlo como comedia; sus personajes, asimismo, son incapacesde generar química alguna, en buena medida porque a estas alturas poco queda de la maestría con los diálogos que Allen solía exhibir, cuando se lo consideraba un genio del humor perverso y un cronista afilado de la condición humana. De eso, claro, hace mucho.