QUINTA TEMPORADA

'Peaky Blinders': una lección de historia británica

El ecosistema de los Shelby da un vuelco cuando pierden su fortuna en el 'crack' de Wall Street en la nueva temporada de la serie

zentauroepp50178315 icult191005195050

zentauroepp50178315 icult191005195050 / periodico

Quim Casas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nada ha cambiado, aparentemente, en la quinta temporada de 'Peaky Blinders', otra serie (pero no una más) sobre clanes mafiosos, en este caso británicos, de principios del siglo pasado. Los varones Shelby continúan luciendo sus cortes de pelo atávicos, rapados al cero por los lados, tan sorprendentes a principios del siglo XX como actuales años después en varias tribus urbanas. Y aunque no hacen gala de ellas, siguen llevando escondidas en el forro de las gorras las cuchillas de afeitar, de modo que, bien lanzadas, las gorras se convierten en armas mortíferas. Pero el tiempo ha pasado y ahora, además de cuchillas, cuchillos, palos y revólveres, lucen metralletas de tambor. Bienvenidos a la turbulenta década de los años 20.

Porque esta quinta temporada arranca precisamente el 20 de octubre de 1929, como si la serie fuera un acto reflejo de 'Boardwalk Empire', la serie producida por Martin Scorsese que documenta la misma época en Atlantic City. La secuencia inicial del primer episodio es dantesca, somnolienta, como ajena a la realidad. Tommy Shelby, el patriarca de la familia de mafiosos de Birmingham que interpreta Cillian Murphy, cabalga por un paraje desierto y brumoso. Su destino, en la otra punta del encuadre, es una solitaria cabina telefónica situada en tierra de nadie, mientras se escucha el tema de los créditos de la serie, el 'Red right hand' de Nick Cave. Lo que le dicen al descolgar el aparato es solo una pista de lo que está por venir: en Nueva York, la bolsa de Wall Street ha colapsado y todo el dinero de los Shelby se ha esfumado. Habían invertido en acciones estadounidenses y acaban de perder 95 centavos por cada dólar invertido. Una catástrofe.

Una serie singular

Así empieza el quinto jalón en una de las series más particulares del momento, ideada por un guionista atípico, Steven Knight, que en la última década ha sido capaz de escribir un 'thriller' sanguíneo para David Cronenberg ('Promesas del este'), dirigir una cinta de acción para Jason Statham ('Redención') y un drama claustrofóbico para Tom Hardy ('Locker'), y urdir con este último y con su padre, Chips Hardy, otra teleserie de impulsos atávicos, 'Taboo'.

El ecosistema de los Shelby ha dado un vuelco absoluto. Siguen todos, el líder Tommy, su fiel hermano Arthur y su ambiciosa esposa Lucy, la tía Polly, la hermana Ada, el hermano pequeño Finn, el sobrino de quien no se fía, Michael, y la esposa en conflicto, Lizzie. Pero nada es lo mismo después del 'crack' de Wall Street y su repercusión económica en el mundo entero. La familia lo ha perdido casi todo y debe ganar dinero de otra manera. Antes lo hicieron en las carreras de caballos. Ahora empiezan a realizar apuestas en partidos amañados de fútbol (uno de ellos, del Liverpool, ¡qué dirían Jurgen Klopp y Mohamed Salah!) y Tommy, convertido en parlamentario socialista en la Cámara de los Comunes (la cámara baja del Parlamento del Reino Unido), se enfrenta a un líder del naciente fascismo de entreguerras mientras continúa realizando sobornos, acometiendo trabajos sucios para políticos corruptos y asesinando a periodistas que le incomodan (en una escena con ecos de 'El padrino' de Coppola, el gran canon del cine sobre mafiosos).

El IRA y los Billy Boys

Hay cínicas disquisiciones sobre el whisky irlandés y el escocés. Tommy tiene tendencias suicidas y se le aparece en sueños su anterior y asesinada esposa, Grace. Entran en escena el IRA y los Billy Boys, una banda protestante de Glasgow que controla las minas de carbón, oficia de cuerpo de seguridad de un líder fascista británico y crucifica a sus rivales. Knight utiliza anacrónica música de rock duro y cámara lenta para filmar a los Shelby caminando en plena calle, y canciones punk entre los parlamentarios: las revueltas y las tensiones se perpetúan a través de los años y a través de la música. La escena en el campo de minas del episodio dos corta el aliento, y hasta aparece Winston Churchill en una secuencia esencial del capítulo seis. 'Peaky Blinders' sigue siendo un tenso drama criminal y una ilustración de la gestación del crimen organizado del siglo XX, pero es también una impecable lección de historia británica.