UNA FIGURA INCOMBUSTIBLE

El profeta Unamuno regresa del pasado como pensador del momento

Miguel de Unamuno en La Flecha, Salamanca, en 1934.

Miguel de Unamuno en La Flecha, Salamanca, en 1934. / periodico

Elena Hevia

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¿Por qué Unamuno y por qué ahora? Si algo bueno está teniendo la película de Alejandro Amenábar ‘Mientras dure la guerra’,  y volver a abrir en el 2019 (si es que en algún momento se cerró) el debate del conflicto civil, con los ecos del franquismo más marchito llamando a la puerta del presente gracias a Vox y ese pulso tenso que tan bien conocemos entre derechas e izquierdas. Así que si a alguien se le despierta la morriña de recuperar las lecturas de instituto de quien fue el intelectual español de mayor proyección internacional en su momento (García Lorca también la tenía pero la suya era una fama más popular y graciosa) lo tiene fácil. Alianza ha reeditado buena parte de sus obras tanto de ficción como de pensamiento y la recuperación de la biografía ‘Convencer hasta la muerte’, del matrimonio de hispanistas Colette y Jean-Claude Rabaté (Galaxia Gutenberg), amén de las distintas versiones sobre su legendario (o no) choque con Millán Astray, posiblemente aporten una imagen más cabal a un escritor al que es muy difícil tomarle el pulso.

Y lo es porque el escritor se movió a golpe de paradojas. Fue un pensador de altura que se trataba de tú a tú con la flor y nata del pensamiento de los inicios del siglo XX, como Bertrand Russell, Benedetto Croce o Henri Bergson, colegas con quienes se carteaba, y lejos de colocarse en su torre de cristal, se batió en el centro del debate político siguiendo el curso de su propia naturaleza "mudable", siempre marcada por los tiempos que le tocó vivir. Así pasó de un nacionalismo vasco integrador (aunque alardeara de que Sabino Arana, su gran oponente, le robara algunas ideas), al marxismo y al socialismo, opuesto a la monarquía y a la dictadura de Primo de Rivera, hasta apoyar el golpe de Estado de Franco para acabar, es sabido, con el encontronazo del "venceréis pero no convenceréis" que lo devolvió de golpe al panteón de la izquierda.

Intelectual moderno

Para Jean-Claude Rabaté es uno de los grandes intelectuales europeos, quizá el primer moderno al crear publicitariamente su propia imagen a través de los medios. Escribió cerca de 4.500 artículos sobre la vida cultural y política en periódicos españoles, franceses y latinoamericanos. "Con su estilo mordaz criticó los poderes fácticos, especialmente al Ejército, y además fue el escritor más censurado de la primera mitad del siglo XX -explica-. Pero eso no lo callaba. Cuando no se le permitía escribir, soltaba discursos regidos por sus convicciones no por los partidos". Esa es la posible lección actual, según la cual "España sigue enferma de cainismo, todavía Caín sigue matando a Abel en este país, de ahí que el mito de las dos Españas sea todavía vigente. Él, pese a ser una voz estrangulada, representa una tercera vía que nos permite salir del maniqueísmo".

La biografía de los Rabaté defiende si no la literalidad del explosivo discurso de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936, sí su espíritu. Hasta el momento no existía una transcripción exacta del suceso, y sí unas pocas notas del escritor en el dorso de la carta que acababa de mandarle la esposa de Atilano Coco, su amigo encarcelado por los franquistas. Así el "vencer no es convencer", al que hace referencia una de las notas, se convirtió en un mito universal del pensamiento progresista muy rápidamente. Fue tiempo después cuando Luis Gabriel Portillo, colega del catedrático y más tarde padre del político británico Michael Portillo, lo reescribió de oídas y lo mandó a rodar por el mundo. André Malraux lo recogió en su novela 'L’espoir' y esa versión es la que también se ofrece en el fundamental ensayo 'Las armas y las letras' de Andrés Trapiello, y que se recoge con recortes en el filme de Amenábar. Pero los Rabaté se guardan un as en la manga. Han descubierto el único testimonio de una persona que sí estuvo presente en el paraninfo de la Universidad aquel día y que, pendientes de permisos familiares, harán público próximamente junto a la edición crítica del último texto de Unamuno, 'El resentimiento trágico de la vida', que publicará PreTextos. Ellos siempre han defendido la potencia de esa historia, símbolo del enfrentamiento de dos ideologías no solo durante la guerra civil española sino también durante la segunda guerra mundial y ahora aportan una prueba.

El rostro de José Luis Gómez

Y no se acabará aquí la moda Unamuno. Los biógrafos están colaborando con el cineasta Manuel Menchón, que en el 2015 ya recreó el exilio en Fuerteventura de Unamuno en la película 'La isla del viento, en un futuro largometraje documental. En aquella película de ficción, no tan publicitada, el viejo sabio fue interpretado por José Luis Gómez, quien también la pasada primavera llevó el personaje a escena en el teatro madrileño de la Abadía. Fue en esta composición donde los biógrafos reconocieron a su Unamuno. El de la película de Amenánar es, según ellos, una obra de ficción de un realizador culto, inteligente y libre para expresarse artísticamente. "Pero a mí me ha costado reconocerlo, la verdad -dice Jean-Claude Rabaté-, he de decirlo, aunque me riña mi esposa".

Y además, hablaba catalán 

Uno de los supuestos motivos de roce en el famoso discurso de Unamuno frente a Millán Astray y adláteres fue la crítica desaforada a catalanes y vascos lanzada por el catedrático de literatura Francisco Maldonado. Él, que se proclamaba vasco por los "cuatro costados", se sintió insultado, e indignado lanzó en su discurso toda su artillería dialéctica. Pese a que se le atribuye la frase "el nacionalismo se cura viajando" (en dura pugna con Baroja), fue muy leído en Catalunya, especialmente sus primeros ensayos, mantuvo correspondencia con 300 escritores y artistas y en especial cultivó una gran amistad con Joan Maragall. Además, caso insólito contemplado con ojos actuales, era perfectamente capaz de expresarse en catalán.  

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