Condecorada artista

Muere Jessye Norman, diosa del canto, a los 74 años

La artista, recitalista prodigiosa, obtuvo, entre otros muchos reconocimientos, cinco premios Grammy

Muere la soprano estadounidense Jessye Norman a los 74 años

Muere la soprano estadounidense Jessye Norman a los 74 años / periodico

Pablo Meléndez-Haddad

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La diosa del canto se ha dormido. Jessye Norman, una de las cantantes fundamentales de las últimas décadas, murió el lunes 30 de septiembre rodeada de sus seres queridos en un hospital de Nueva York. Desde que se supo la noticia, su público que la idolatraba le llora en silencio. Como el de Barcelona, con el que por años mantuvo una historia de amor gracias a la lealtad que la promotora Ibercamera le profesó y que la llevó al Liceu, al Auditori o al Palau de la Música Catalana.

Norman conseguía raros milagros con su voz y su arte, poniéndose al servicio de unas partituras para crear interpretaciones únicas que perduran en la memoria de quienes la seguían con ilusión. Sus recitales se transformaban en fiestas íntimas y regalaba propinas como nadie; muchas veces acababa sentada ante el piano o cantando a ‘cappella’ una nana, su maravilloso ‘Summertime’ o un ‘blues’ para cortarse las venas. Recitalista prodigiosa, sus menús musicales se degustaban esculpidos en una voz inconfundible, llena de colores, esmaltada, hermosa, brillante y potente que utilizaba para moldear un canto con fraseo sublime. Norman poseía una extraña capacidad comunicadora al asumir obras de Richard Strauss, Wagner, Mahler, Duparc, Berlioz, Ravel, Schubert o Debussy, lo mismo que cuando miraba al jazz, como demostró en su debut en el Festival de Peralada.

Sobre el escenario despedía magia, talento y absoluta entrega. A pesar de su poderío técnico, en su canto este aspecto pasaba a convertirse en algo secundario, ya que lo suyo era cómo vivía la música y cómo se vestía del texto.

La soprano afroamericana, que vivió la música desde niña en la iglesia de su barrio, falleció con tan solo 74 años por una septicemia y un fallo multiorgánico, complicaciones de una lesión en la médula espinal que la apartó de los escenarios en el 2015. Se marcha también una mujer comprometida con los suyos –creó una escuela y un programa para ayudar a jóvenes con talento de escasos recursos– e implicada en proyectos que luchaban contra el hambre y a favor de los sintecho.

Devoción en Francia

En todo el mundo la adoraban, pero ese amor que recibió en Barcelona también lo vivió en Francia, donde le rendían devoción: allí cantó, envuelta en una bandera y encaramada sobre el Arco de Triunfo parisino, en las fiestas del bicentenario de la Revolución  Francesa; allí la nombraron Comendador de Honor de las Artes y las Letras e incluso bautizaron una flor con su nombre.

Este icono del canto nació el 15 de septiembre de 1945 en Augusta, Georgia, y se labró un lugar en el olimpo lírico desde su debut en Berlín en 1969 como Elisabeth de ‘Tannhäuser’. Ya consagrada, detuvo su carrera durante un lustro para replantear su técnica regresando para arrasar por allí donde pasaba. Su repertorio operístico, amplio en estilos pero no muy numeroso, siempre significaba un aporte: no dejaba a nadie indiferente con sus interpretaciones. Su biografía autorizada, ‘Stand up straight and sing!’, se editó en el 2014, pero su gran legado es su impresionante producción discográfica que le llenó las estanterías de premios internacionales, entre ellos cinco Grammy. Adéu, Jessye.