NUEVO TERRITORIO

El poder de las series capta a un 'dream team' de escritores

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Juan Manuel Freire

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Los grandes escritores nunca han sido del todo alérgicos a la televisión. Si miramos hacia atrás, bastante atrás, ya el gran Rod Serling quiso quitarse algo del ingente trabajo de 'La dimensión desconocida' pidiendo guiones a autores como Richard MathesonCharles Beaumont o, en menor medida, Ray Bradbury. Otro maestro (no solo) del terror y la ciencia ficción, Harlan Ellison, algo más joven que los citados, escribió guiones para 'Star Trek' y el primer 'revival' de la serie de Serling, entre muchas otras.

Antes de enfrascarse en su abecedario novelístico del crimen, la gran Sue Grafton creó la serie 'Nurse' y trabajó en 'Siete novias para siete hermanos', pero, no sabemos si escarmentada por lo que vio, evitó siempre que pudo las adaptaciones televisivas de sus obras.

El caso del escritor criminal metido en televisión sería cada vez menos raro desde principios de este siglo, esencialmente gracias a la figura de David Simon. Este reportero metido a 'showrunner' (o jefe de guiones) convenció a George Pelecanos para cambiar de medio y sumarse al equipo de la mítica 'The wire' tras leer uno de sus libros, 'The sweet forever', tan solo uno entre los muchos sin publicar en España de este maestro de la ficción 'hard-boiled'.

La familia fue creciendo: Pelecanos sugirió a Richard Price, el gran poeta del crimen, cuya labor como guionista se remonta a mediados de los 80, cuando escribió 'El color del dinero', de Martin Scorsese. Y tras él se incorporó Dennis Lehane, el autor de 'Mystic river' y 'Shutter Island'.

Según explicó Simon a 'The New York Times', los novelistas son los mejores guionistas posibles para la ficción serializada porque "saben ver el conjunto". Pelecanos le apoyó en la escritura del drama post-Katrina 'Treme' y fue su compañero en la creación de 'The Deuce (Las crónicas de Times Square)', el infravalorado drama de HBO sobre la transición de la prostitución a la pornografía en la Nueva York de los 70.

Nunca como ahora

Pero el trasvase de talentos de la novela a la (ya no tan) pequeña pantalla vive su verdadero momento de explosión en estos momentos, cuando la ficción audiovisual serializada se ha desprendido definitivamente de su algo injusta mala imagen y los escritores han entendido sus posibilidades expresivas, por no decir sus beneficios económicos.

La reciente noticia del fichaje de Michael Chabon como 'showrunner' de 'Star Trek: Picard' es paradigmática de la vitalidad y reputación del sector televisivo, o por precisar, de la ficción audiovisual episódica. ¿Qué será lo próximo? ¿Un premio Nobel de Literatura? ¿O se acabará concediendo esa distinción a un guionista de esta eterna era dorada de las series, igual que hace unos años se concedió al trovador Bob Dylan? Mi propuesta sería Jesse Armstrong, autor de 'Succession'.

Las series ya no se pueden definir, de ninguna manera, como ficción formateada, estructurada en base al tiempo de los anuncios y carente de elementos de riesgo. Es casi lo opuesto de todo eso: la ruptura de reglas forma casi parte obligada de la ecuación; los episodios de una misma serie pueden durar una hora o media o veinte minutos, y mientras el cine de Hollywood tiende inexorablemente hacia el infantilismo, las series estadounidenses actuales se preocupan a menudo por contar historias adultas con la mayor sutileza de matiz.

Ahora, incluso autores de los llamados 'literarios', como si un 'thriller' de Megan Abbott no fuera alta literatura, se prestan sin problemas, solo con excitación, a escribir series, a adaptar obras propias (Tom Perrotta en 'The leftovers' y 'Mrs. Fletcher') o extender franquicias ajenas (Michael Chabon en 'Star Trek: Picard'). Es una constatación más del establecimiento de la serie como fuente no solo de entretenimiento, sino de nutriente intelectual y espiritual.

Cómo pagar una escuela privada

Por otro lado, como sugeríamos antes, el dinero tampoco molesta. Decía la escritora Attica Locke, guionista de 'Empire' y la celebrada 'Así nos ven', en 'The New York Times': "No puedo comer de los libros. No puedo enviar a mi hijo a la escuela privada con los libros".

Sobre todo si el escritor alcanza el grado de 'showrunner', los beneficios pueden ser importantes. Cuesta dar con datos exactos, precisos y fidedignos, pero podemos hacernos una idea a través de una reciente encuesta anónima de la que se hizo eco 'Deadline', sitio web de referencia en cuanto a noticias de entretenimiento. Según observamos, el 'showrunner' de una serie de Marvel para Netflix podía ganar entre 45.000 y 55.000 dólares por episodio producido. Cada temporada de estas series solía tener trece episodios. Hagan cuentas. La cabeza empieza a hervir.

La mala suerte de Franzen

Otro escritor 'de prestigio' dispuesto a saltar a las series era Jonathan Franzen, pero por ahora no ha tenido suerte. Él mismo iba a coescribir la adaptación de 'Pureza', dirigida por Todd Field y con Daniel Craig como protagonista masculino. Por desgracia, los compromisos del actor con la saga Bond han dado al traste con los planes. 

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