CRÓNICA DE MÚSICA

Michael Bublé, amor del de toda la vida

El cantante canadiense rindió al Sant Jordi con un 'show' de espíritu clásico y mucha energía

El 'crooner' canadiense Michael Bublé, en el Sant Jordi.

El 'crooner' canadiense Michael Bublé, en el Sant Jordi. / periodico

Roger Roca

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Suena la cadencia del majestuoso 'Feeling good', todo swing y poderío. Ruge la orquesta y aparece Bublé, traje azul y sonrisa de galán de cine, de hombre al que le va bien en la vida. 'Feeling good', “me siento bien”, dice la letra. Y tan bien. Tras él, una enorme pantalla circular, un medallón de brillo cromado que ahora es un sol ardiente, luego una luna y más tarde una pantalla para ver de cerca a la estrella, siempre sonriente, cante lo que cante. Y detrás de esa pantalla móvil, los músicos. A un lado la big band, todos hombres; al otro, las cuerdas, todas mujeres. Hay cosas de chicos y cosas de chicas, pensaría quien diseñó el espectáculo. ¿Quizás el propio Bublé? Quién sabe. Pero la idea le pega. El cantante canadiense es un hombre de los de toda la vida. Y eso es lo que transmite la gira 'Love'. El tono es un poco más 'chic', o menos adolescente, que el de hace cinco años, pero el fondo es el mismo. En 2014, también en el Sant Jordi, bromeaba prometiendo una noche de desenfreno y “sexo sucio”. Esta vez, mezclando inglés con el castellano que le enseña, dice, su hijo de 6 años -la esposa de Bublé es argentina-, aseguraba “que lo importante no es el idioma, sino el mensaje que traigo. Y ese mensaje es amor”.

El pillo y el chico bueno

De amor tratan casi todo su repertorio. De amor romántico, de amor de una noche, de amor a sus hijos. Y todos los amores los cantó con la misma expresión, entre el pillo y el yerno perfecto, que sirve para ser el canallita de 'I’m just a gigoló' y el hombre enamorado de 'My funny valentine'. Se esmeró tanto en cantar como en recorrer las pasarelas del escenario, bailar, tender la mano a los espectadores de la zona VIP y agasajar a los de la zona muy-muy-VIP. Bublé se acercó al foso de entradas exclusivas, preguntó si alguien quería cantar y se encontró con Alba, una espectadora de voz tremenda y mucho desparpajo que despeinó al Sant Jordi con un 'My way' de nivel profesional. Salió tan redonda la cosa que parecía parte del guion, aunque a la mañana siguiente, a Alba la buscaban en twitter: “Brutal el teu My Way. Felicitats! Per cert, ets de Cassà?”. Era de Cassà. No estaba preparado. Bublé derrochó simpatía, se regaló un momento rock and roll -rock and roll sin despeinarse- con la canción que bailaban Uma Thurman y John Travolta en 'Pulp Fiction' y se despidió con su mejor interpretación de la noche, una sentida 'You are always on my mind'. Con eso y con otro mensaje. “Estoy aquí gracias a mi Dios”. Valores de siempre, pues.