CRÍTICA DE CINE
Crítica de 'Ad astra': la épica de lo íntimo más allá de las estrellas
Beatriz Martínez
Periodista
Periodista cultural y crítica de cine.
Beatriz Martínez
La ciencia ficción siempre ha constituido un vehículo ideal para hablar de algunas cuestiones fundamentales alrededor del ser humano. Es un género que sirvepara formular preguntas, la mayoríasin respuesta,sobre muchos de los pilares sobre los que hemos construido no solo nuestra civilización, sino también nuestra existencia. El afán por el conocimiento más allá de nuestros límites, la insignificancia del hombre frente a la inmensidad del cosmos y el sentimiento de extrañeza que se genera se convierten en una excusa para hablar del sentido de la vida, pero también de la identidad.
Se podría trazar una línea de unión entre todos los grandes hitos cinematográficos que han alcanzado una dimensión metafísica utilizando para ello los viajes espaciales y la conquista de otros mundos posibles y en el último eslabón de esa cadena, como obra hermosa e inabarcable, se situaría 'Ad astra'.
Es James Gray un director que nunca ha ocultado su ambición a la hora de construir historias basadas en la complejidad de las relaciones, ya sean amorosas o familiares. Sus personajes siempre han sentido el desarraigo en sus carnes, quizás porque es hijo de inmigrantes. Por eso la marginación, el aislamiento, la incomprensión han corrido por las venas de estos seres torturados de una u otra manera. Siguiendo esta misma estela, el protagonista de 'Ad astra', Roy McBride (gran trabajo de madurez de Brad Pitt) es incapaz de encontrar su lugar en la Tierra, y por eso busca respuestas más allá de las estrellas donde un día se perdió su padre.
'Ad astra' es un viaje cósmico de resonancias mitológicas que remite al abandono de Telémaco por parte de su padre Odiseo. También nos lleva a 'El corazón de las tinieblas' de Conrad, por ese trayecto de la luz a la oscuridad, de lo físico a lo abstracto hasta el encuentro con el hombre convertido en monstruo, vaciado de sentimientos y desnaturalizado. Pero quizás, el mayor logro de Gray sea convertir esa aparatosa maquinaria en una película profundamente intimista y sensorial, casi susurrada al oído, de una enorme sensibilidad y delicadeza a la hora de describir el desconcierto de Roy contado a través de sus propios pensamientos. Porque detrás de toda esa parafernalia, de esa grandeza sideral, 'Ad astra' habla de la soledad, de la incomunicación y se convierte en una emocionante odisea sobre el reencuentro con uno mismo y la necesidad de abrazar aquellas cosas esenciales que nos definen en nuestra anodina existencia.
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