Un brillante ejercicio de reciclaje artístico

Canciones pop y novelas 'pulp'

Todd Alcott, un guionista de Hollywood desengañado con su trabajo, se reinventa como diseñador gráfico convirtiendo clásicos del rock en portadas de bolsilibros

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zentauroepp49838798 portadas falsas190913121730 / Imágenes cedidas por Todd Alcott

Rafael Tapounet

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No es aventurado suponer que todos aquellos que en el 2016 aplaudieron con fervor la audacia de la Academia Sueca al premiar con el Nobel de Literatura a un cantautor como Bob Dylan habrían puesto el grito en el cielo si, en lugar de componer tonadillas, el tal Dylan se hubiera ganado el sustento escribiendo novelas de quiosco. Porque hasta el rock and roll resulta una forma artística más respetable a los ojos de las élites literarias que esos bolsilibros de portadas hipnóticas y papel macilento, tan sobrados de adjetivos como desprovistos de complejos, que a mediados del siglo pasado amenizaron con sus tramas arquetípicas y su lenguaje a quemarropa millones de trayectos ferroviarios y de estancias carcelarias. No, Bob Dylan nunca habría ganado el premio Nobel si hubiera sido escritor de novelas de a duro.

Y, sin embargo, el guionista, dramaturgo y director Todd Alcott (Crystal Lake, Illinois, 1961) sostiene que el bardo de Duluth habría hecho un papel formidable como autor de ficciones de quiosco. "Sus letras parecen estar pidiendo a gritos que alguien las convierta en imágenes 'pulp'", asegura. Dicho y hecho. A falta de un ilustrador que se animara a acometer el trabajo, Alcott decidió hacerlo él mismo y metamorfosear canciones como 'Maggie’s farm' (esa granjera dominanta que se relame viendo sudar a su fibrado mozo de cuadra), 'Like a rolling stone', 'Visions of Johanna', 'A hard rain’s a-gonna fall', 'Tangled up in blue' y 'Just like a woman' en portadas de bolsilibros. El resultado son unas novelitas tan apetitosas que uno solo puede desear que existieran realmente.

Carteles de películas y catálogos de Ikea

Claro que Bob Dylan no es el único músico cuya obra ha sido sometida al 'tratamiento Alcott' para convertir canciones en arte 'pulp'. También números clásicos de los Beatles, David Bowie, Leonard Cohen, Pink Floyd, Joni Mitchell, Bruce Springsteen, Elvis Costello, los Clash, los Ramones, Talking Heads, REM, los Smiths, Prince, Pulp (¡cómo no!) y varias decenas más de solistas y grupos han adquirido una nueva vida gracias al Photoshop de este escritor y cineasta residente en California. Y no solo en forma de portadas de novelas de quiosco, sino también como carteles de películas, cómics, revistas, afiches publicitarios y hasta etiquetas de productos y catálogos de Ikea (brillante idea para ilustrar el 'Kid A' de Radiohead).

Todo empezó con dos gatos, Didi y Gogo. "Un día, Sara, mi mujer, me envió una foto que había hecho a nuestros gatos en la cocina –relata Todd Alcott-. Cuando la vi, pensé: 'Uh, esto parece la portada de un elepé de Simon & Garfunkel'. Y, por pura diversión, la convertí en una especie de falsa portada utilizando las tipografías del álbum 'Sounds of silence'. La publiqué en Facebook y tuvo muy buena acogida, así que me dediqué a pillar otras fotos de aquí y allá y a hacer portadas de discos con ellas".

Los resultados llamaron la atención del dúo neoyorquino They Might Be Giants, que primero invitaron a Alcott a hacer algo parecido con sus canciones en la página web del grupo (es bastante memorable su reapropiación de la portada del 'Mind Games' de John Lennon para el tema 'Hive Mind', con una hormiga gigante ocupando el lugar de Yoko Ono) y más adelante le pidieron diseños para camisetas y carteles de conciertos. "¡Y me pagaron por ello! Eso fue una gran sorpresa, porque yo jamás habría pensado que pudiera ganar dinero con estas cosas".

Los encargos empezaron a multiplicarse, así que Alcott dio un paso más y abrió su propia tienda virtual en el portal de venta de productos especiales Etsy. "La idea era conseguir un pequeño ingreso suplementario para mí y mi familia", señala. Pero la cosa se le fue de las manos. Cuando la web Open Culture publicó un reportaje sobre su trabajo, por entonces ya muy centrado en la manipulación de portadas de novelas de quiosco de los años 40, 50 y 60, Alcott pasó de vender dos o tres piezas a la semana a despachar varias docenas en ese mismo tiempo. "A partir de ahí el negocio no ha dejado de crecer –apunta-, y ahora se ha convertido en mi medio de vida".

"Este tío me entiende"

En los poco más de tres años que lleva dedicado a esta nueva ocupación, Alcott ha realizado más de mil obras (aunque solo un centenar permanecen en 'stock') y ha generado un pequeño fenómeno que ha llevado a varios grupos de renombre a contactar con él para pedirle que haga magia 'pulp' con sus canciones. "Así es, aunque la verdad es que trabajo mejor con artistas que significan algo para mí, porque eso me permite conectar con su obra a un nivel más profundo y establecer asociaciones que de otro modo quizá no se me ocurrirían. Hacer cosas que, si ellos las ven, les hagan pensar: 'Hey, este tío sí me entiende'".

Muchos no solo lo han pensado sino que también se lo han dicho. Y miembros de algunos de sus grupos favoritos, como REM y Garbage, han compartido su entusiasmo en las redes sociales. "Me siento muy honrado. Y sorprendido. La respuesta de los artistas a los que he dedicado mis obras ha sido en general muy buena. Hasta ahora –ríe- ninguno de ellos se ha quejado o me ha pedido que la retire". 

Además de una forma inesperada de ganar dinero, esta labor de reciclaje constituye para Alcott algo así como "una misión" que él se toma muy en serio. "Mis piezas pretenden rendir homenaje a las canciones que amo pero también a todos esos ilustradores maravillosos que trabajaban de forma casi anónima y a los que nadie recuerda. Cuando cojo una canción y la pongo en un contexto gráfico completamente diferente, hago que obras de diferentes disciplinas y épocas convivan en un mismo espacio, y espero que de algún modo eso arroje una luz nueva sobre el trabajo de esos artistas".

Arte hiperbólico

Alcott, que recorre los mercadillos coleccionando novelas de quiosco con la avidez de un fanático, confiesa que en realidad nunca ha sentido demasiado interés por lo que esconden los bolsilibros detrás de sus trepidantes cubiertas. "No, siento decepcionarte, pero a mí lo que me gusta son las portadas. El arte es tan poderoso, tan directo, tan hiperbólico, que literalmente secuestra la atención de quien lo ve. Durante la era 'pulp', cada revista y cada novela competía con docenas o cientos de títulos en las estanterías, así que la portada tenía que gritar muy fuerte para captar la atenció"”.  

Y gritaban fuerte a través no solo de las estupendas ilustraciones sino también de las sugerentes citas que acompañaban en la cubierta al título y al nombre del autor (generalmente un seudónimo), a modo de reclamo publicitario. Alcott sustituye esas citas por fragmentos de letras de las canciones, descontextualizadas y reproducidas en una fuente 'vintage', y el invento funciona de maravilla. ¿Quién no querría leer una novela con una portada como la de 'Born to run', con esos dos jóvenes dándose el lote con pasión febril, coches antiguos en llamas y el imbatible lema "La autopista está colapsada por héroes caídos… ¡en un último desafío de motores!"?

Libros clásicos, analgésicos y viviendas suburbanas

No solo de 'pulp' se alimenta la obra de Todd Alcott. Pese a trabajar preferentemente con imágenes llegadas de la era dorada de la novela de quiosco, este guionista reconvertido en diseñador <strong>también recurre a fuentes de inspiración gráfica menos estridentes</strong> cuando considera que la naturaleza de la canción así lo requiere. Es el caso de 'This charming man', de los Smiths, inspirada en el sobrio diseño clásico de los libros de bolsillo de la editorial Penguin ("hey, al fin y al cabo, Morrisey publicó su autobiografía en Penguin, ¿no?"); de 'Comfortably numb', de Pink Floyd, realizada a partir de un antiguo anuncio del analgésico Anacin, y de la que probablemente es la pieza favorita de Alcott (y una de las más vendidas): 'This must be the place', de los Talking Heads. "Era la primera vez que creaba algo que no era una imitación estricta de una imagen ya existente", explica. Aquí utiliza la letra de la canción ("¡El hogar es donde quiero estar!") para dar contenido al prospecto de un plan de construcción de viviendas suburbanas de los años 50. El resultado es espléndido.