DEBUT EN LA NOVELA NEGRA DE UN GUIONISTA DE CINE

Un mito griego en el psiquiátrico

El chipriota Alex Michaelides explora en el 'thriller' 'La paciente silenciosa' los traumas de la infancia y los motivos que llevan a matar

El escritor y guionista Alex Michaelides, este jueves en Barcelona.

El escritor y guionista Alex Michaelides, este jueves en Barcelona. / periodico

Anna Abella

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“Lo más importante que aprendí trabajando dos años en un centro psiquiátrico para jóvenes fue entender que yo también había sido un niño infeliz. También fui paciente de terapia durante años. Y descubrí que aquellos adolescentes tan dañados habían tenido heridas de infancia como las mías. Aquello me cambió, sentí empatía hacia ellos”, se sincera Alex Michaelides (Chipre, 1977), asumiendo que trasladó sus emociones y las de aquellos chicos a los protagonistas de su debut literario, la novela negra psicológica ‘La paciente silenciosa’ (Alfaguara / Amsterdam), traducida a 40 países. En ella, Theo, un psicoterapeuta con problemas en su matrimonio, asume el reto de tratar a Alicia, una mujer internada seis años atrás por haber matado de cinco disparos a su marido. Desde entonces no ha pronunciado una palabra. 

“Alicia y Theo tienen mucho de mí, la infancia de él (con un padre maltratador) tiene mucho de la mía y procesé mis problemas a través de la novela. Escribirla resultó, sí, como una terapia. Hasta entonces había hecho guiones bastante malos”, sonríe Michaelides, que abandonó la Psicología por el cine y firmó, entre otros, el guion de ‘Un robo inesperado’ (2018), película protagonizada por Tim Roth y una Uma Thurman con la que mantiene buena amistad y que le dio buenos consejos para la novela. Una trama, cuyos derechos cinematográficos fueron pronto codiciados por productoras de Hollywood a cuyas puertas se cansó de llamar durante 20 años con sus guiones. Ahora ha elegido él: los ha comprado la productora de Brad Pitt.  

«Estudié para terapeuta porque yo mismo estaba algo algo mal de la cabeza. Muchos escogen esa profesión para sanarse a sí mismos», afirma el chipriota

Fue Thurman, con la que pronto producirá una serie que él mismo guionizará, quien le sugirió que Alicia fuera pintora. “Al no hablar, eso podía convertirse en su forma de comunicarse, expresarse y explicar lo que vivió”. Su silencio tiene origen en una obsesión de un Michaelides de 13 años por Eurípides y el mito griego de Alcestis, una mujer que acepta morir en lugar de su marido, vuelve a la vida pero nunca vuelve a hablar. “En Chipre y Grecia crecemos con Homero y las tragedias griegas, forman parte de mi identidad. Alcestis me atrapó y me persiguió, me pregunté siempre por qué no hablaba”.

Y cita entonces a su admirada Ruth Rendell que decía “que en la novela negra lo más importante no es la trama o su resolución, cómo muere alguien o quién lo ha matado, sino los motivos, el por qué alguien mata”.  

Eurípides y el mito de Alcestis

Además de crear su versión del mito, al autor le motivó explorar “el trauma, cómo se transmite de padres a hijos, si se pueden superar los traumas que se originan en la infancia y si los problemas psicológicos nacen con nosotros o surgen después por el entorno”. “No estoy de acuerdo con la línea de pensamiento de la psicoanalista Melanie Kline, que decía que los bebés nacen formados, sintiendo ya odio o envidia, y sí en la neurociencia. De niños nuestro cerebro es plástico y maleable y la relación con los padres ayuda a moldearlo”, opina. Y añade: “No solo se trata de entender nuestro trauma infantil, sino de entender qué les pasó a nuestros padres cuando eran niños para ser como son de adultos”.  

“Admito que me interesó estudiar para terapeuta porque yo mismo estaba algo mal de la cabeza. He conocido a muchos que han escogido esa profesión para sanarse a sí mismos, aunque esa idea pueda ser inquietante. En la novela quería explorar la frontera entre paciente y médico, que de alguna forma se ayudan mutuamente”, señala quien ha conocido a terapeutas “horribles” y a otros “muy buenos” y que recomienda “la combinación de medicación y terapia”, porque “la gente necesita expresarse”.