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Los orígenes yeyés de Camilo Sesto

El fallecido cantante estuvo en Los Daysons y Los Botines antes de convertirse en una supernova de la canción melódica en la década de 1970

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zentauroepp49764234 31 07 2018 el cantante camilo sesto se encuentra ingresado a190908105554 / Europa Press

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La carrera de Camilo Blanes Cortés, más tarde Camilo Sexto y para la eternidad Camilo Sesto, hunde sus raíces en la era de los conjuntos, ya saben, la réplica española, por no decir celtíbera, a la revolución pop de la década de 1960.

Antes de descubrir en los años 70 el filón de la canción melódica y de tener a su servicio el glorioso sistema de estudios de grabación español de esa época, que permitía meter en la misma canción estupendos arreglos 'funky', 'niagaras' de cuerdas y coros femeninos a los que no había Ulises que se resistiera, la casa era grande y el resultado también; antes de eso Camilo fue uno de los jóvenes alucinados por el impacto de los Beatles y compañía. Como Tino Casal, sin ir más lejos, que pasaría una travesía del desierto larga, larga, larga entre sus inicios yeyés con Los Archiduques y su apoteosis como reina bruja del pop español de los 80.

Camilo lo intentó primero y sin pena ni gloria con Los Daysons, para pasar pronto a ser el vocalista de Los Botines (magnífico nombre de grupo, por cierto). Con esta banda radicada en Madrid le fue mejor, en buena medida debido a la alianza existente entre industria discográfica y cinematográfica. Podemos reír tanto como queramos, pero el hecho es que había una industria cinematográfica y una industria discográfica. A Los Botines podemos verlos en 'Hamelín', película de 1967 dirigida por Luis María Delgado, y la verdad es que no están nada mal, y en la exitosa 'Los chicos del PREU', también de 1967 y dirigida por Pedro Lazaga.

Lo siguiente que se supo de Camilo Sesto es que era una supernova de la canción melódica a lomos del álbum 'Algo de mí', de 1971. No tenía detrás a Hispavox, seguramente la discográfica con las mejores producciones (¡ese 'Torrelaguna sound'), pero le bastó y le sobró con Ariola, que tampoco era moco de pavo.