ENTREVISTA

Tim Robbins: "Las redes sociales permiten odiar sin mirar a los ojos"

El director presenta en Venecia el documental '45 seconds of laughter', en la que sigue a un grupo de presos que participan en talleres de teatro

Tim Robbins, en el rodaje de '45 second of laughter'

Tim Robbins, en el rodaje de '45 second of laughter'

Nando Salvà

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La nueva película de Tim Robbins tras la cámara, el documental '45 seconds of laughter', sigue a un grupo de presos de una cárcel californiana mientras participan en una serie de talleres de teatro dirigidos por el grupo teatral The Actors’ Gang, del que él es director. Acaba de presentarla fuera de concurso en la Mostra de Venecia.

¿Cómo definiría el trabajo que usted lleva a cabo con los presos la frente de su compañía teatral?

Les ayudamos a explorar sus emociones. Dentro de la cárcel la única emoción que está permitida es la ira. Si un preso muestra miedo, corre peligro; si muestra alegría o pena, también. Todos esos convictos tienen máscaras puestas, y nuestras sesiones de trabajo con ellos son el único momento en el que se permiten quitárselas, y demostrarse a sí mismos que son algo más que meros criminales.

¿Diría que ha hecho la película para mostrarnos quienes cumplen penas de cárcel sin esas máscaras, y contribuir así su película a combatir los prejuicios que existen acerca de ellos?

Esa ha sido la intención. Las películas y los programas de televisión siempre los retratan como gente peligrosa, para alimentar la narrativa oficial que les niega la condición de seres humanos. Así nos evitamos tener que aceptar que los sistemas de prisiones son fallidos. Nosotros animamos a los presos a que jueguen, y eso es algo que en las cárceles no se estimula. Vemos cómo se transforman delante de nuestros ojos, y es maravilloso. Cada vez que salgo de allí después de una de nuestras sesiones, me siento lleno de optimismo.

¿Resulta difícil no implicarse emocionalmente en exceso con ellos?

Nuestra regla es no conocer sus casos personales. En todo caso, sabemos que algunos de los presos con los que trabajamos han sido condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad provisional. Y trabajar con esos tipos es lo que resulta más inspirador: que alguien que va a estar entre rejas el resto de su vida tenga el coraje de explorar sus emociones, y darse cuenta de los beneficios que ello puede darle a su vida, hace que me dé cuenta de lo estúpidos que mis problemas personales son en comparación.

¿Cómo ha cambiado su posición frente al sistema penal desde que trabaja con presos?

Yo solía estar en contra de la pena de muerte pero a favor de la cadena perpetua sin posibilidad de libertad provisional, pero he cambiado de opinión. He conocido a personas totalmente rehabilitadas que pasarán el resto de su vida en la cárcel, y eso no está bien. Pero, por supuesto, muchas cosas no están bien. Hay jóvenes que están cumpliendo penas de 40 años por estar en posesión de una cantidad minúscula de crack, y al mismo tiempo tipos de Wall Street que han sido cazados con kilo y medio de cocaína quedan libres portener un buen abogado. Las compañías farmacéuticas han creado una epidemia de adicción a los opiáceos y ninguno de sus ejecutivos pisará la cárcel. ¿Es eso justo?

Acaba de decir que la ira es la única emoción aceptada dentro de la cárcel pero, a juzgar por los noticiarios, de la sensación de que fuera de ella pasa lo mismo, ¿no cree? 

La ira define nuestro tiempo, y es realmente triste, sobre todo porque el odio que infesta nuestra sociedad es completamente abstracto. Las redes son un medio perfecto para propagarlonos permiten odiar a otra persona sin tener que mirarla a ojos. Pero la verdad es que la mayoría de seres humanos, ayudarán a una madre cuyo hijo se muere de hambre, y socorrerán a las víctimas de un accidente de tráfico sean del color o la ideología que sean. Solo un verdadero monstruo sería insensible a eso.