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'Autogeo', retrato de un artista a través de sus viajes por el mundo

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Eduardo de Vicente

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A veces una exposición puede resultar más interesante por lo que permite vislumbrar que por su propio contenido. Esa es la extraña sensación que queda tras ver la pequeña muestra que se ofrece en el Espai Balcó del Centre D’Arts Santa Mònica del artista Matei Glass bajo el título de Autogeo, una colección de fotos y algún vídeo que quizás necesitaría más explicación de sus intenciones y más ejemplos de su trabajo para poder ser mejor valorada.

Se trata de un canadiense (cuyo verdadero nombre es Joseph Winterfeld) que estuvo diez años dando vueltas por el mundo (Europa, Asia y Oriente Medio) hasta establecerse en Barcelona en 1995. Este periplo viajero le ha hecho compartir sus impresiones por medio de sus fotografías que muestran el “aquí” y el “allá”. Realmente ¿de dónde somos? ¿de la tierra dónde nacimos o dónde pasamos un tiempo? En el fondo, quizás solo somos un cúmulo de experiencias de los rincones que hemos visitado. El contraste de paisajes, culturas y climas los ha plasmado en un territorio que denomina “la dimensión del lugar otro” para plantearse la paradoja de la ubicuidad.

Una decena de imágenes

Autogeo consta únicamente de diez fotografías, la mayoría en blanco y negro: una mujer remando con un rostro masculino en primer plano, un pollo que parece a punto de ser despiezado, un lago en un bosque, un retrato de una familia, una sombra junto a unas chispas de luz, un cuadro con 12 imágenes antiguas de campesinos, un montaje del frontal de varios edificios, el cristal lateral de un coche nevado en el que se puede ver la palabra “home”, un cielo rojizo y un libro de plegarias judío (The mourner’s kadish) sobre un mapa de Montreal. Al final también una extraña reproducción de una pintura sin explicación alguna que parece puesta para despistar.

El visitante también puede ver un pequeño audiovisual de 2 minutos de duración sobre los drops,aquellos errores que se producen en las cintas de vídeo titulado 6 drops from here (2017). En el mismo se ofrecen varias escenas con esta peculiar deformidad: una mesa de picnic en el bosque, un cielo en un campo con ovejas, un individuo que corta un tronco, un plano de la luna, las ramas de un árbol o una panorámica de un edificio judío. Reflexiones sobre el tiempo y el espacio.

De Montreal a un pueblo español

Para saber algo más del artista podemos contemplar otro trabajo algo más completo, Elsewhere (En otra parte), de un cuarto de hora de duración. Arranca con una mujer en una cama y un reflejo en una taza de café para pasar por todo tipo de escenarios: la visión de un eclipse desde Sudamérica o Montreal, una maleta, un avión, un río nevado, un jugador de hockey sobre hielo esperando para entrar en pista y escenas cotidianas como el cumpleaños de una anciana. También hay un recorrido en moto por una ronda, una parada en el cementerio, un autorretrato en un fotomatón, la despedida en una estación de tren y un final inesperado en un pueblo español entre un burro, vecinos y recogiendo uvas. La mujer del inicio es el hilo conductor que cierra el experimento con una sonrisa a cámara.

En suma, una muestra que requeriría una mayor cantidad de datos para ser totalmente entendida por el espectador más curioso y no iniciado en su obra, que se queda con ganas de saber más del artista, de conocer más a fondo sus intenciones, de saber algo acerca del contexto o la localización de sus imágenes. Un proyecto atractivo pero que parece quedarse a medio camino entre la experimentación y la escasez de información.