ESTRENO DE CINE

'Infierno bajo el agua': un huracán y muchos cocodrilos en manos de un buen artesano del cine

Alexandre Aja entrega una solvente película de catástofe con el añadido de bichos sedientos de sangre

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Beatriz Martínez

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No hay verano sin una película de monstruos marinos. Las bestias acuáticas son las auténticas reinas del periodo estival en sus múltiples representaciones, tanto reales (tiburones, pirañas, serpientes, pulpos) como inventadas (megalodones, calamares vampiros, gusanos abisales). 

Ahora es momento de rescatar los cocodrilos, protagonistas de un subgénero que ha dado títulos icónicos en su mayoría inscritos dentro de la serie B o la ‘explotation’. El responsable de devolver a esta criatura la gloria que merece dentro del imaginario terrorífico es Alexandre Aja, que ya se encargó de hacer una versión canalla y juguetona de la mítica ‘Piraña’ de Joe Dante cuando se impuso la moda de las tres dimensiones.

El director se convirtió en uno de los grandes exponentes de la ‘New French Extremity’, una corriente transgresora de horror visceral en la que se sublimaba el sufrimiento a través de la carne, el sexo y la violencia. Su película ‘Alta tensión’ (2003) alcanzó rápidamente el estatus de culto y abrió a Alexandre Aja las puertas de Hollywood, algo que aprovechó para filmar una estupenda (y también muy extrema) reinterpretación de ‘Las colinas tienen ojos’, de Wes Craven.

Poco caso en Francia

No ha sido el único director francés de su generación que se ha dejado devorar por las fauces de la industria norteamericana. También Xavier Gens (‘Frontera (s)’), Pascal Laugier (‘Martyrs’) o el tándem formado por Alexandre Bustillo y Julien Maury (‘Al interior’) han probado suerte más allá de la cinematografía francesa en la que, según ellos mismos afirman, nunca se les hizo demasiado caso.

Lo cierto es que Aja no ha vuelto a dirigir nunca más en su país de origen después de firmar ‘Alta tensión’. Su carrera ha basculado entre rarezas como ‘Horns’, una especie de fábula siniestra con Daniel Radcliffe convertido en un demonio con cuernos, y 'remakes' de películas coreanas que pasaron sin pena ni gloria (‘Reflejos (Mirrors)’). Pero más allá de sus inicios rabiosos e iconoclastas siempre ha demostrado ser un excelente artesano a la hora de adaptarse a cada uno de los proyectos en los que se ha involucrado.

Por eso ahora no extraña en absoluto que sea capaz de filmar una de las películas más disfrutables del verano en la que encontramos huracanes de categoría cinco, cocodrilos, amputaciones horrorosas y heroínas nadadoras. Un cóctel desprejuiciado a modo de 'survival movie’ que pone a prueba los instintos más primarios del espectador.

Puesta en escena elegante

La premisa no puede ser más simple y al mismo tiempo efectiva. Un ciclón se desata en Florida y el agua se apodera de la ciudad. Se inicia una orden de evacuación, pero la joven Haley (Kaya Scodelario) se aventura por su cuenta a rescatar a su padre (Barry Pepper) que no responde a sus llamadas y que probablemente se encuentre en peligro. Lo que ninguno sabe es que el huracán ha liberado una horda de cocodrilos gigantes que se encargará de acosararlos hasta el límite de sus fuerzas en el interior de una casa inundada que se convertirá en una ratonera. Los conflictos paterno-filiales se desatarán, y la tensión y la claustrofobia submarina se apoderarán de la función. Aja se lo pasa estupendamente poniendo a los personajes contra los límites de lo soportable y lo hace combinando el espíritu macarra con una elegante puesta en escena, algo que lo diferencia de subproductos como ‘Sharknado’.

La película cuenta con el sello en la producción de Sam Raimi y lo cierto es que ‘Infierno bajo el agua’ se acerca al espíritu de algunas de las películas más célebres del creador de ‘Posesión infernal’, con esa mezcla de humor, terror, universo 'fantastique-psicotrónico' y un ritmo eléctrico que funciona como una ametralladora. No hay lugar para el descanso. Poco más de 80 minutos de auténtico frenesí en los que se condensa lo mejor del cine de catástrofes con bichos sedientos de sangre incluidos.